sábado, 31 de octubre de 2020

Días de transición...

de brujas... de ángeles... de santos...de muertos... de dar gracias... de otoño!

 

Justo este año que, por causa de la pandemia, en muchos lugares no se festejará el Halloween y no habrá desfiles ni chicos pidiendo dulces (quizá disfraces y cuentos de espantos en familia, degustando golosinas...) justo ahora traigo a mi memoria lo que significan el otoño y Halloween para mi.

Y no recuerdo haber pedido dulces las noches de Halloween. Es mas, no recuerdo que en mi niñez "eso" se festejara.

En un pueblo de fuertes raíces católicas, situado a orillas del rio Magdalena y ubicado en una zona donde solo se tienen veranos muy cálidos e inviernos muy lluviosos, hasta hace veinticinco o treinta años no se conocía esa celebración.

Allá, como en el resto del país, se celebraba el "Dia de los Angelitos" el día después de la noche de Halloween: el 1° de noviembre, los niños disfrazados de ángeles salían a pedir dulces de casa en casa.

Ya viviendo en la ciudad y siendo todavía niña, tampoco se celebraba. Fue con el correr del tiempo, el impulso que tomaron los viajes al exterior y la expansión de los sistemas de comunicación que, con timidez, se empezó a hablar de esa interesante "fiesta pagana" que celebraban en otros países en los que sí sucedían las cuatro estaciones y los otoños eran fríos y de oscuros tonos de naranja, marrón y ocre.

Y empezamos los jóvenes de la época a reunirnos cada "noche de brujas" para salir a bailar y divertirnos vestidos de negro y con maquillajes de fantasía. Y cuando tuvimos hijos, volvimos tradición que temprano en la noche, ellos salieran disfrazados a pedir dulces para mas tarde los padres irnos de parranda. Y esta fue la rutina durante muchos años. 


Entonces hace unos 6 u 8 años, la iglesia empezó una campaña en contra de la celebración del Halloween y a favor de la fiesta de "los angelitos". Como resultado se redujo drásticamente el número de niños que pedían dulces la noche de brujas, sobre todo en los estratos medio y bajo. Una lástima, porque tampoco se fortaleció la fiesta de "los angelitos".

Pero entre la gente que viaja con frecuencia al exterior la celebración sigue en todo su apogeo, la tradición de los dulces continúa y ahora las fachadas de las casas se engalanan con la decoración a tono. Los últimos años, gracias al espíritu festivo de la gente de la ciudad donde vivo, se fue modificando la forma de celebrar y se ha hecho costumbre que los adultos que llevan a sus niños salgan a hacer el recorrido acompañados de grupos de millo tan comunes en el Carnaval. Ellos adaptan las rimas de Halloween a los ritmos propios de esta región del país. Ahora es una gran fiesta, casi carnavalera, que disfrutan tanto los niños que se disfrazan y piden, como los que los acompañan, los que los ven pasar y los que están listos para repartir sus dulces...

Y del otoño ni hablemos... Octubre y Noviembre, en la ciudad que habito, son meses de tenues brisas, grandes nubarrones, tormentas eléctricas y lluvias intensas pero cortas. El clima entre lluvia y lluvia es caluroso y los días a veces son grises [lo cual es una exageración sabiendo que estamos situados en el trópico]. Entonces, ¿De dónde diablos salió esa fascinación mía por el otoño y sus celebraciones?

En esta época en mi casa prima la paleta de otoño y también hay velas con olor a calabazas dulces y toques de Halloween en uno o dos rincones. Cuando empieza noviembre se juntan el día de Angelitos y de Todos los Santos (Dia de los Muertos) para honrar a los que se han ido y cuando está por acabar el mes organizo una cena con toda la familia para dar gracias por todo lo bueno que hemos tenido durante lo corrido del año. Y entonces sí: me pongo en "modo Navidad" y empiezo a escuchar mis playlists navideñas mientras preparo el cambio de decoración.

Disfruto esta temporada como si el otoño fuera aquí una estación con todas sus características: uso paraguas los días lluviosos, me pongo medias tobilleras gruesas cuando siento frío, me encanta ver llover, encuentro atractivos los paisajes de hojas y árboles casi secos, disfruto leer y ver películas de miedo y prefiero leer un libro con una bebida caliente al lado. Si. Me encanta todo lo relacionado con el otoño y sus festejos: Halloween que aporta el sentido festivo, días de Angelitos y de Todos los Santos que aportan el sentido solemne y la Cena de Acción de Gracias que aporta el cierre en familia de unos meses de transición hacia la Navidad...

"Como arrastra el viento aquellas hojas, como llueve hoy, como está la calle de vacía..." Canción de Otoño
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miércoles, 19 de septiembre de 2018

¿Se agota la capacidad de asombro o el aprendizaje nos automatiza?


Cuando aprendemos una actividad, asignatura o condición nos acostumbramos a reaccionar acorde a lo aprendido. Cuando el aprendizaje finaliza pasa a formar parte de una rutina y deja de generar un gran interés: se domina su manejo y se vuelve casi monótono.

Una vez establecida la rutina, la curiosidad -generada por la necesidad de movernos y avanzar propia de los seres humanos-  nos impulsa a buscar cosas nuevas.

También, en mayor o menor grado, nos impulsa esa gran sensación que deja el habernos llenado del conocimiento que nos permitirá responder de formas mas adecuadas sobre nuevos temas.

Por eso lo novedoso tiene un encanto tan particular: porque nos saca de la perspectiva habitual, nos sacude y nos llena de nuevas emociones.

Apasionarnos con lo novedoso depende básicamente de mirar con interés. De ser curiosos para explorar y estar ávidos de aprender. De dejar a un lado todos los conocimientos previos para descubrir y apropiarnos de otros nuevos, ya sean complementarios o diferentes.

Aunque el aprendizaje automatice nuestras respuestas a las cosas ya conocidas hay que permitir que la curiosidad mantenga viva esa capacidad de asombro propias de las mentes jóvenes, al igual que la pasión por explorar temas que antes no nos interesaron. Es lo que nos permitirá sentirnos siempre jóvenes a cualquier edad y abrirnos a la expansión de la vida.

Con curiosidad, con asombro, con alegría.


lunes, 30 de julio de 2018

Pasiones...

Tal vez el amor verdadero es calmado, sensible, prudente, respetuoso... Pero la pasión no.

La pasión revuelve todo lo que toca, no permite calma ni sentimientos tiernos, es imprudente y arrolladora, a menudo pone el respeto en un segundo plano y solo se conserva la cordura cuando los valores están tan fuertemente arraigados que frenan, aunque sea un poco, la tormenta desatada por ella.

La pasión no es exclusiva del amor. Pasión es curiosidad, interés, deseo de conocer, tener y manejar algo, apropiarse de ese algo para conocer sus recovecos, perfeccionarlo y usarlo para la satisfacción propia.

Pasión es entusiasmo, fervor y predilección; en su lado menos positivo es obsesión y fanatismo, es vehemencia que se transforma en sufrimiento.

La pasión es la que nos empuja a luchar por mas de lo que se tuvo y a tratar de alcanzar mejores cosas.

En el amor la pasión nos hace olvidar raciocinio y lógica. Cuando hay química y pasión sólo hace falta que el objeto de los afectos se acerque  y apenas percibes su olor ya estás atrapado, sin remedio, dispuesto a entregarte a lo que sea... El sentimiento tierno del amor que venga después!

Por eso las personas altamente pasionales logran hacer perder el decoro al que está a su lado. Porque involucran al otro en el disfrute de la pasión sin inhibiciones ni miedos. Porque superan las barreras del aburrimiento y la prudencia cuando hacen que en el otro también se encienda esa llama.

Un estudio sobre placer y dopamina* sugiere que las cosas que son altamente placenteras pueden alterar el orden establecido. Así que disfrutar actividades placenteras en la compañía adecuada hace que éstas se transformen en momentos altamente placenteros.

Es la pasión contagiosa? La mayoría de las veces. Depende de la química que haya involucrada. Que no todo ni todas las personas hacen que surja un auténtica pasión! Pero si lo lograste no queda mas que rendirse y disfrutar...

Por eso creo que una de las mejores cosas en la vida es experimentar, así sea de manera temporal, una gran pasión. De cualquier tipo. Pero si es amorosa ¡mejor todavía!



* La ciencia del placer, The why factory, BBC - marzo 20 de 2016.

lunes, 25 de junio de 2018

LA COMODIDAD NOS HA VUELTO FLOJOS!

La búsqueda de la máxima comodidad ha contribuido a generar la errada creencia de que comodidad y poco esfuerzo son  símbolos de prosperidad y propios de una mejor posición social. Y aunque esta es una meta perseguida por todos no deja de ser cierto que, en mayor o menor grado, nos hemos vuelto flojos para el quehacer cotidiano y por tanto para las simples y repetidas rutinas que, desde el inicio de los tiempos, nos mantuvieron en constante movimiento, sobre todo a las mujeres.

Poco a poco hemos ido quitándonos de encima: los quehaceres domésticos, los desplazamientos a pie (ya sea para dirigirnos a sitios cercanos o para explorar el entorno), subir y bajar escaleras, hacer actividad física con los mas pequeños, recorrer la propia casa para supervisar que todo esté como nos gusta, para dar los buenos días a otros miembros de la familia, etc.

Ahora "gracias a Dios" podemos pagar a uno o mas ayudantes en los oficios de la casa: ya no hacemos aseo, no cocinamos, no atendemos tiempo completo la alimentación, el aseo y el juego de bebés y niños, ni siquiera queremos levantarnos de la silla o la cama para buscar un vaso con agua...

Si no contamos con ayudantes domésticos, entonces pagamos por toda la tecnología que pueda liberarnos del "oficio": primero fueron las lavadoras que nos evitaron esos periódicos ejercicios de miembros superiores, luego las secadoras que nos evitaron salir a tender la ropa, luego los lavavajillas que nos evitaron estar de pié durante largos ratos, luego los controles remotos para todos los electrodomésticos, incluyendo los abanicos de piso o pared, luego los robots para el aseo ¡nada de barrer! y hasta los lectores electrónicos que ponen al alcance de la mano cientos de libros sin tener que caminar a buscarlos a la biblioteca de la casa y menos aún a la librería!

Y sin ahondar mucho en sus implicaciones, cada vez que avanza mas la tecnología nosotros hacemos menos la actividad física que antes era considerada importante: la del quehacer diario.

Ahora en los hogares tenemos uno o dos carros en los cuales nos trasladamos a todas partes, aún a sitios cercanos: por aquello del sol, del calor, por si traemos paquetes, por la inseguridad...

Y, como cada vez los edificios son mas altos, el elevador se toma en el lobby o en el parqueadero y te lleva directo a tu oficina o tu apartamento aún si está situado en un primer, segundo o tercer piso.

Hasta parece que nos avergüenza hacer las tareas rutinarias. Decir que hicimos aseo o que salimos a pie al supermercado o que atendimos a los niños  parece, además de aburrido, falto de glamour.

Los niños tienen nanas, nodrizas o enfermeras desde que nacen hasta cuando están adolescentes. Ellas son las que los atienden y entretienen y nosotros los cargamos cuando están limpiecitos y alegres.

Ya ni siquiera vamos temprano a dar los buenos días o a conversar un rato con otros miembros de la familia porque la prisa y la comodidad nos han recluido en nuestras habitaciones donde lo tenemos todo. Y lo que no tenemos, lo pedimos a través de un llamado en vez de salir a buscarlo.

Este acostumbramiento a la comodidad ocasiona un daño poco reconocido, sobre todo a las personas que no tienen tiempo para el ejercicio en gimnasios o en canchas deportivas.

Cada actividad física llámese deporte, desplazamientos, cambios de posición, quehaceres de la casa, comer, bañarse, etc., tiene un gasto energético. Este es el que permite que el exceso de calorías sean utilizadas y consumidas y no acumuladas en el cuerpo. También es el que provee una mejor circulación y un mayor aprovechamiento de los nutrientes.

Es la actividad física repetida la que fortalece todo el sistema músculo esquelético y la que permite el buen funcionamiento de todos los sistemas corporales.

Pero  estamos contentos con pasar la mayor parte del tiempo sentados o recostados porque no tenemos la necesidad de levantarnos para hacer nada que otros puedan hacer por nosotros. Es bien visto! Incluso las personas que asisten a los gimnasios, canchas o salen a caminar, correr o pedalear a diario, después de esa hora o dos de ejercicios regresan a la comodidad de un sillón  para conectarse con el mundo a través de un dispositivo electrónico.

A medida que envejecemos en medio de tanta ayuda, nos vamos volviendo incapaces en mayor o menor grado para realizar labores que por ser casi obligación, nos aportan algo, a veces mucho,  de la actividad física que contribuye a nuestra independencia física y mental: beneficios, aún a pesar del cansancio que generan.

Y así crecen nuestros hijos viendo como aceptable e ideal este estilo de vida cómodo pero peligroso para el estado físico. Aprendiendo con el ejemplo que la comodidad, entendida como el hacer menos y lo mas fácil, es la prioridad una vez se llega a la edad adulta. Dando por sentado que el bienestar y la prosperidad excluyen las actividades físicas derivadas de las rutinas básicas cotidianas en el mantenimiento de una casa y en el espacio que le dedicamos al ocio.




Confiemos en que los adelantos tecnológicos, educativos y científicos poco a poco vayan desarrollando otras rutinas de movimiento que reemplacen las que ya no hacemos.

lunes, 11 de junio de 2018

EL ALIVIO PARA TODO

Por lo menos para los dolores y pesadumbres: el tiempo! El que lo cura tooodo! O es el aprendizaje, que llega con la repetición? O es el acostumbramiento que llega con el tiempo?

Cuando experimentamos de manera repetida un dolor o una sensación (generalmente desagradable) éstos pierden su carácter agudo y sorpresivo y pasan a ser casi una rutina, "parte del paisaje".

Es así como el dolor físico se siente cada vez mas soportable si se repite todos los días y aprendes cuales son los momentos mas vulnerables y cuales los mas aceptables.

Este aprendizaje es el que va demostrándonos que las cosas conocidas y seguras son menos amedrentadoras.

Y llega entonces el acostumbramiento que implica poner cada cosa en su lugar y  darle el valor que tiene sin romanticismos ni apasionamientos.

Aprendemos a volverlo este dolor parte de la rutina? Si. Aprendemos a lidiar con él mientras no tenga grandes variaciones. Nos acostumbramos a él. Empezamos a manejarlo de tal forma que cuando es un día exigente nos preparamos y evitamos perder la actividad por su culpa.

De esa forma no permitimos que nos robe la sonrisa, la actividad laboral o social ni la capacidad para disfrutar lo que la vida nos presente. Luchamos así para que no nos robe la independencia. Aunque lloremos a escondidas o por momentos la rabia o la tristeza nos desestabilice.

Y es que a veces solo nos hace falta tomar el control sobre lo que no podemos eliminar de nuestras vidas y enfrentarlo con nuevos ojos llenos de interés y con el propósito de generar soluciones en lugar de esperar milagros o golpes de suerte que nos liberen de esas pesadas cargas.

Así entendemos que cada uno tiene dolores y pesadumbres y que es la forma de enfrentar éstos lo que nos hace disfrutar de todo lo bueno que todavía tenemos y de lo nuevo que se nos presente.




lunes, 28 de mayo de 2018

LUCES FLOTANTES...

Imagen tomada de Pinterest
De los mejores recuerdos que conservo recién llegada a mi nuevo hogar son las luciérnagas! 

Qué alegría descubrir esas pequeñas luces que flotaban en la oscuridad de un patio todavía desconocido para mi, después de mucho tiempo sin verlas.

Recuerdo que me quedaba extasiada durante largos momentos en la ventana que da a un gran patio sin luz y lleno de árboles, sólo para admirar, contar y seguir el vuelo de esas diminutas estrella fugaces que incluso, a veces, osaban llegar hasta dentro de la casa.


Me hicieron sentir otra vez en mi niñez. Cerca a esas personas queridas que ya no están conmigo. Me hicieron recordar las noches frescas y oscuras en el pueblo donde pasé mis primeros años de vida: los momentos reunidos con amigos y familiares sentados en los sardineles o alrededor de una lámpara encendida contando historias o jugando en la calle vacía de carros y de personas que no fueran del vecindario.

La luna iluminaba tímidamente y las estrellas asomadas en un cielo libre de nubes la mayor parte del tiempo. El olor dulce de los heliotropos y los sonidos apagados de conversaciones y risas, de noticias y música en la radio. Y un brillo de luciérnagas por aquí y otro por allá.


De Grave of fireflies

Ya en la ciudad, siempre iluminada, las luciérnagas no se ven mucho y se fueron desdibujando en mi memoria junto con los sonidos y olores de aquella época. Por eso, la alegría al volver a verlas...

Por eso la agradable sensación de que la vida siempre te traerá oportunidades para recordar los buenos momentos!

Ahora miro las luciérnagas con un interés distinto: me fijo en escritos, canciones, juegos, fotos o videos que las muestren. Porque cada vez las veo menos en mi patio y me alegra encontrarlas en cualquier otra parte. 

Sus destellos de luz me llenan de admiración y me fascinan. Y me embarga la sensación y la seguridad de que aún en los rincones mas inesperados podemos hallar luz...

Imagen tomada de Pinterest

viernes, 18 de mayo de 2018

Sucio!

Ese que siempre se ha asociado al poco valor que tienen las cosas, los lugares y las personas. ¿Qué dice la suciedad de ti? ...o de los otros?

La suciedad en los lugares implica, además de desaseo, poco interés para mantener una presentación limpia e impecable a los ojos de quienes miran.  Las paredes sucias hablan de muchas manos tocándolas repetidamente sin cuidado, de humedades que no se secan una vez ocurren, de acumulación de polvo, telarañas y mohos a través de los días y los años, pero sobre todo de la dejadez o la incapacidad para limpiar.

Y es que la vista y el olfato se van acostumbrando al sucio y éste pasa a ser una parte del decorado que ya no te impresiona y por lo tanto te pasa desapercibido. Los ojos ya no lo miran como una diferencia sino como algo inherente al sitio.

La suciedad en las personas nos ubica por lo general ante alguien que no está interesado en proyectar una imagen agradable, pulcra y de valor. Una persona puede ser sucia de muchas formas: falta de higiene corporal ligada a olores desagradables, mala presentación personal ligada desgreño en los cabellos, las manos y sus uñas, los pies y la ropa, y hasta una pobre respuesta a los parámetros para mantener un mínimo de decoro en cuanto a desechos corporales...

Suciedad no es lo mismo que desorden ni desorganización. Se puede ser desordenado y desorganizado sin ser sucio. Igual se puede ser sucio  aunque ordenado y organizado.

Hay algún aspecto positivo en el hecho de encontrar una casa sucia? Puede ser...

Tal vez signifique un número grande de miembros de la familia que entran y salen y juegan dentro de ella. Tal vez signifique que la prioridad no es mantener una casa prístina sino una familia unida. O que es mejor invertir el tiempo del aseo en actividades recreativas junto a otros miembros de la casa. O que hay un exceso de trabajo que hace difícil dedicar un tiempo específico a las labores de aseo, en procura de una estabilidad o una mejora económica. Tal vez...

En cualquiera de los caso anteriores, aún en los no contemplados aquí, una casa sucia trasmite un mensaje poco amable acerca del trato que se de a las "cosas" que son parte de nuestro entorno, las que usamos día a día y que constituyen los pilares sobre los que construimos nuestra imagen.