domingo, 13 de diciembre de 2015

El chispeante encanto de las bebidas...


Limón y sal en el borde del vaso de la cerveza, una medida de champaña en el jugo de naranja o un chorro de tequila en el jugo de corozo, aromatizar con cáscara de naranja flameada un whisky o servir sidra o vino blanco espumoso en un vaso con mucho hielo... mi forma preferida de sentirme "osada con la bebida".

Nunca he sido una persona que tome mucho licor. Descubrí desde muy joven que el licor, contrario a lo que lograba en mis compañeros, solo me llenaba de ganas de dormir y por ende, me perdía casi toda la diversión. Entonces se me ocurrió no volver a tomar.  Durante mucho tiempo asistí a todo tipo de eventos en los que el licor era casi que obligatorio y soporté siempre las indirectas y bromas que me hacían por ser la única persona que no ingería licor. Sin embargo siempre disfruté las salidas a bares, a discotecas, los compromisos matrimoniales, los matrimonios, las fiestas de carnaval y de navidad, de principio a fin sin que el trago me hiciera falta.

Pero el mundo del licor siempre llamó mi atención. Conocer un poco mas de cada bebida: su procedencia y características, como se sirven, con cuales pasabocas se acompañan, el tipo de cristalería que se usa con ellas, el maridaje con las comidas principales, etc. Lo atractivo  del whisky, la ginebra, el vodka, los vinos, las cervezas, el ron y, por supuesto del tequila, una de las bebidas que mas me gusta. Nunca me cautivó el brandy ni el coñac, tal vez por vivir en una zona caliente donde lo menos que uno quiere es sentir "calor" con la bebida.

El verdadero interés siempre ha estado en aprender, explorar y crear mezclas de licores con otras bebidas para degustar y consentir el paladar. Aprovechar los efectos ligeros de un poco de licor deliciosamente combinado. Y es que me gustan las mezclas por sobre el trago seco y puro.

Para los expertos dejo ese trago caro que "se daña" cuando se mezcla. Lo miran a uno raro como si fuera un sacrilegio tomar una bebida con agua, hielo, jugos o sodas. Ese tipo de experiencia se lo dejo a los que "saben" de trago. A mi que me dejen degustar ese fino licor en muy poca cantidad mezclado y servido con otras bebidas, especias y frutas, que se vea bien y que sepa bien. Que le aporte una chispa de alegría a tu momento porque además de lucir atractivo, el grado alcohólico es bajo y disminuye de forma amplia el riesgo de salir borracho.

Por desempeñarme en el área de la salud, se que hay condiciones en las que el licor está contraindicado, así como también que el exceso del mismo es peligroso tanto para la salud como para las relaciones y los negocios (y por supuesto, para los secretos...). Pero una cosa es tomar hasta reventar y otra hacerlo como parte de un ritual de degustación mientras se mantiene una conversación amena y entretenida, o como acompañante de una cena.

Las bebidas alcohólicas hacen parte de las celebraciones mas importantes de la vida, se disfrutan sobre todo en compañía, facilitan la comunicación y la diversión y, tomadas con moderación, solas o combinadas, dan cierto grado de glamour a las reuniones mas sencillas.

Salud!