jueves, 8 de diciembre de 2016

Reconocer el mérito sin juzgar el estilo de vida... Se puede?

Por estos días en que las noticias sobre suicidios y muertes accidentales de gente de la farándula se han vuelto tan seguidas, empiezo a recapitular todo lo que en su momento se ha comentado sobre la muerte de muchos músicos famosos. Esos que guardamos cerquita al corazón por que con sus letras y voces nos han hecho sentir que somos parte de algo que otros han vivido, que no estamos solos y que hay una canción adecuada para cada situación, la cual parece que hubiera sido escrita expresamente para cada uno.

Y acepto que cada persona puede ser hermosa, diferente y valiosa a su manera.

Lograr aceptación siendo diferentes sólo es posible cuando estas diferencias están ligadas a una personalidad fuerte y a una férrea voluntad para mostrar al mundo que también usando el camino más difícil, ese que no va en el sentido de la corriente, se puede construir un perfil digno de ser valorado, admirado y, ¿por qué no? seguido.

Las condiciones para que esto suceda no están claras para todos: sólo para aquellos que piensan diferente de forma tal que su genialidad puede hacernos vivir otros sueños opacando "la diferencia".

Son los genios de la música y de la composición que nos hacen sentir que está permitido ser estrambótico, raro, loco y cursi a pesar de las normas y añorar el éxito que tienen ellos para trasmitir ideas novedosas y brillantes siendo parte de la multitud "de bien".

Porque aunque sea de forma imperceptible la música que escuchamos, al igual que los libros que leemos, las películas, series y documentales que vemos, las pinturas, esculturas y obras de teatro que admiramos, van dejando una huella permanente en lo que somos.

Así que estos genios, con su peculiar forma de proyectarse, se vuelven referentes importantes para aceptar que la belleza, lo extraño y la capacidad de pensar diferente son rasgos de la personalidad que pueden ser cultivados y mostrados sin tapujos.

Son los mismos que nos hacen abrazar la genialidad y su rareza para vivirla a través de ellos sin ponernos en evidencia. Los que nos hacen pensar que todos los convencionalismos del mundo no pueden apagar por entero las explosiones de individualismo inherentes al talento.

Esos que nos hacen soñar, reír, pensar, conmovernos y re-inventarnos a través de sus palabras, melodías y percepciones, teniendo como únicos instrumentos letras y melodías, en escritos y canciones. Los que nos acercan y nos incluyen en mundos y sensaciones que no están al alcance de nuestras manos. Los que logran hacernos sentir amor cuando no tenemos pareja, nostalgia aún siendo jóvenes y sin marcas del pasado, tristeza cuando en realidad no hemos experimentado una ruptura o una pérdida trascendental, alegría cuando las cosas no van del todo bien... los que logran hacernos sentir bien aunque no estemos bien.

Son también los mismos que, en su mayoría, se desvían del camino trazado para explorar nuevas sensaciones, nuevos rumbos y nuevas relaciones que les hacen perder el control sobre sus vidas. Porque tienen el poder, los medios y, sobre todo, gente a su alrededor dispuesta a complacer lo que su mente deslumbrada pide...

Esto es lo que los ubica en el mismo nivel del resto de humanos, así sus dones y su genialidad los haya apartado poco a poco de pisar el suelo rutinario y aburrido de las normas sociales.

Ídolos, excelentes en sus habilidades artísticas pero que como personas extravían su rumbo, se tornan frágiles y persiguen de forma permanente satisfacer necesidades que no tienen otros.

Se vuelven íconos culturales, preciosos y raros, siempre tambaleando en un precario equilibrio para mantener la cordura dentro de toda la locura que supone ser admirado y hasta venerado por muchos, ser complacido en todos los deseos y volverse casi "un Dios" ante fanáticos dispuestos a todo por tocar un poquito de esa gloria.

Si decidimos juzgarlos desde nuestra posición de hombres y mujeres de bien, apegados al libreto que nos impone la educación y los buenos modales, se verán anormales, dignos de condena, incapaces de vivir en sociedad de forma decente, siempre frágiles ante el pecado y la auto-satisfacción.

¿Pueden ser juzgados estos seres con dones excepcionales sin invadir su intimidad y violentar ese libre albedrío que es un derecho para todos?

Cada vez que un ídolo cae hay dos bandos: los que reconocen su importancia en nuestras vidas haciéndonos sentir libres y especiales y los que sólo reconocen todo lo malo que como personas hicieron. Los primeros ven, por encima de todo, la belleza y el sentimiento hermoso que despertaron en cada uno y los segundos ven conductas disruptivas y el peligro de que éstas sean imitadas y seguidas por sus admiradores. Los que se conduelen de sus caídas y los que siempre los apuntan con un dedo acusador, como si ellos mismos estuvieran libres de pecado y por encima del bien y del mal.

A pesar de todo cuando una estrella de éstas cae es como si se apagara una luz, además de una voz o de una imagen, como si un vacío quedara en nuestras vidas, como si una parte importante de nuestro ser quedara huérfana.

Entonces esa persona que vibró con su arte y fue sensible a su embrujo, experimentará una especie de duelo ante su partida. Aunque no sea un familiar, ni un amigo, ni siquiera un conocido. Porque es una pieza irreemplazable de nuestra esencia que ahora ya no está al alcance de la mano.

Para mi, por sobre todas las cosas negativas de cada uno de ellos, es sanador reconocer el privilegio de haber contado con sus canciones y su arte los cuales me acompañarán todo el tiempo, ocupando un gran espacio en esa banda sonora que ha enriquecido la película de mi vida a través de los años.

Gracias  Freddy Mercury,  Kurt Cobain, Michael Jackson, Amy Winehouse, Whitney Houston, Joe Arroyo, Gustavo Cerati, Joe Cocker,  Prince, David Bowie y todos los demás que harían muy larga esta lista: sus canciones siempre sonarán en mis playlists y en mi corazón.

Gracias a  todos esos músicos maravillosos que me han acompañado en cada etapa de mi vida. No importa si sus vidas personales han estado llenas de conflictos y rumbos perdidos. Gracias.


"Afligirse por la muerte de quien nos alegró la vida es un rasgo de los seres humanos. No se sienta orgulloso si no es capaz de hacerlo" @fabianvuelvasg

domingo, 13 de noviembre de 2016

Tienen color los escritos?

Es el artículo gris y sombrío cuando escribes estando triste o desesperado? Es brillante cuando estás alegre? O pesado y grosero cuando estás rabioso? Un poco atrevido cuando te sientes sensual? O positivo cuando te sientes querido? Acaso negativo cuando te sientes abandonado..?

Hasta qué punto el estado de ánimo influye en el color de tu escrito?

Por alguna razón, siempre que escribimos sobre cualquier tópico las emociones se cuelan sigilosamente en el artículo. Y aunque tratemos de dejarlas fuera ellas encuentran siempre la forma de aportarle cierto color a lo que estamos diciendo.

En la vida diaria solemos dejar que sean nuestras emociones las que dirijan el diálogo: Presentamos nuestra interpretación de los acontecimientos con las expresiones que nos dicta el estado de ánimo. Así charlamos con alegría, desánimo, pasión, tristeza o rabia y todos los que escuchan además de recibir la información que trasmitimos también captan el ánimo que tenemos.

Es por eso que todos los que se cruzan en nuestro camino "sospechan" que estamos enamorados, decepcionados, serenos, entusiasmados o enojados aunque el tema que se trate sea neutro.

Pero que pasa cuando escribimos? A menudo en soledad y con la mente desprovista de distracciones procuramos expresar en un escrito toda la información pertinente al tema elegido de forma interesante, clara, concisa y seria. Pero aún así la presentación del tema va siendo adobada por la emoción que nos embarga en el momento. En la elección de las palabras, en la forma de entrelazar las ideas, en el énfasis que hacemos sobre frases que traslucen un sentimiento.

Es ésto válido para las grandes obras literarias o sólo para blogs y temas de actualidad?

Y si siempre esto pasa cuando escribes: debes escribir, dejar pasar un tiempo, revisar y corregir  para evitarlo? O es mejor publicar una vez terminas el artículo y no dar tiempo a que el tema pase de actualidad? Es mejor ser frío y totalmente neutro en el escrito o aceptar poner un "poco de ti" como tu sello personal?

Algunas veces la emoción que se respira en el escrito es fácilmente captada por el lector y si choca con la emoción que él en ese momento está experimentando se produce un rechazo instintivo del artículo. Otras veces, la lectura funciona como un bálsamo que equilibra la balanza y restablece la armonía. Es entonces cuando el artículo es aceptado, compartido y comentado. Porque a través de su hilo subjetivo despertó empatía y generó una respuesta positiva.

Hace poco leí que algunas personas escriben acerca de cualquier tópico con una visión limitada por las emociones que son permanentes en su quehacer diario. Que si es una persona insegura siempre escribirá sobre miedos y temores, que si es grosera siempre tratará mal, que si es compasiva siempre escribirá con dulzura, y así... Acaso estas emociones permanecen de forma constante en cada uno, invariables? yo prefiero creer que es la emoción del momento la que se cuela en el escrito y no la forma de ser constante.

Cualquiera que sea el color del escrito y su intensidad siempre encontrará aceptación y rechazos y éstos últimos no deben ser un motivo para dejar de hacerlo. Siempre que tengamos algo que escribir: manos a la obra!




sábado, 1 de octubre de 2016

IMÁGENES...

"Fotografiar es convertir en recuerdos historias a las que muy pocos prestan atención" 
Que frase mas acertada. Ni siquiera recuerdo donde la leí. Pero cuan expresiva es. Otorga a la fotografía la capacidad para hacernos regresar en el tiempo y  formar nuevamente parte de ese instante de la historia que, de otra manera, se perdería.

La fotografía es el uso de la cámara para capturar lugares, rostros, objetos, etc. Mas que eso, fotografiar es congelar un momento, una emoción, un gozo, un "mood", un deseo, un sueño. Fotografiar es congelar un instante de la vida en un disparo.

Cada foto que tomo cuenta algo de mi y de mi estado de ánimo . Por eso la variedad de fotos. Porque los estados de ánimo son muchos y cada uno puede ser captado a través del lente. Mis tomas solo recogen instantes íntimos. No las quiero mejores de lo que son porque son ellas las que me van a devolver a ese lugar específico y momento exacto de la vida que ya pasó, haciéndome sentir lo mismo que sentí al tomarlas; a ese momento que siempre tendré mientras la fotografía exista.

Es como si, ante la foto, pudiera volver a amar y casi tocar  esas pequeñas cosas, cuando ya no están. Acaso no hay mejor cura para la mala memoria que una buena fotografía?

No me gusta usar filtros ni muchas herramientas para modificar y hacer mas bella la imagen . Solo un recorte aquí y otro allá para enmarcarla. Creo que las imágenes, sean retratos o paisajes, demasiado perfectas nos alejan de la realidad y su crudeza. Otra cosa es la fotografía publicitaria en la que aprecio mucho la manera de presentar rostros y sitios de ensueño. Ese sí es trabajo para el fotógrafo profesional: hacer de una toma común algo casi perfecto!

Considero que una cámara de excelente calidad puede hacer mas fácil la captura de ese instante pero no cambiará la esencia de lo que mi mente quiere guardar.  Por eso, no busco una cámara profesional carísima ni un software para componer la imagen. Por eso, aunque me parecen lindas las imágenes perfectas, las mías las prefiero con mínimos retoques.

En la actualidad es muy fácil y apetecido tomar fotos de todo y de todos: parece que ya no participamos completamente de los acontecimientos porque una parte nuestra está pendiente de registrar lo que esta pasando para compartirlo enseguida. Aunque a muchas personas esto les resulta un poco abrumador, a mi me parece casi fantástico que se pueda plasmar con tanta facilidad lo que pasa en la vida de las personas.

Lo mejor de las fotos es que no cambian nunca aun cuando las personas y las cosas en ellas ya hayan cambiado.  Por eso las fotos que mas atesoro son las que muestran que en ese instante las personas en ellas están alegres, entusiasmadas, felices!

Las fotografías, como las cartas -ahora en desuso-, son como pedazos de otro tiempo en la vida del que las toma y se vuelven cosas inoportunas en las manos de otros. Para mi, las fotos personales le pertenecen a cada uno y deben morir con uno; que nadie sienta que debe guardarlas eternamente porque fueron nuestros tesoros: acabarían siendo una carga muy pesada!

Cada foto cuenta una historia. Revisar las fotos tomadas por alguien puede mostrarnos una parte de su vida, de lo que ama y de lo que no quiere perder. Porque con ellas se está tratando de abrazar un lugar, un rostro, una emoción: para tenerla por siempre y nunca olvidarla aunque ya no esté.

El peligro que se corre es que cada quien interprete de una manera diferente esa historia cuando falta la versión del tomador. Pero ¿que le vamos a hacer? Mirar con atención los momentos captados en fotos en sesiones no profesionales es una forma de reconocer y dar crédito a ese mundo siempre escondido de lo que nos llama la atención y de lo que se admira cuando nadie nos ve...



domingo, 24 de abril de 2016

AHORA!

Me gusta la época actual, el presente, el hoy. Sé que las cosas que uno hizo en su infancia, adolescencia y juventud temprana tienen su encanto por la sencillez del estilo de vida y porque, al ser períodos en los que uno todavía no tiene  responsabilidades, la alegría, el desenfado y la falta de temores propios de los jóvenes, hacen que todo se vea mas bonito.

Pero la gran cantidad de recursos e información, la actualización permanente y la velocidad de los cambios de hoy te colocan en un momento de constante aprendizaje, de constante evolución y de muchos avances en muchas áreas. Todo casi simultáneo. La tecnología, ahora disponible para todos, hace que tu mundo y tus horas siempre estén llenos. Aburrirse depende de la poca iniciativa que se tenga para mirar con interés cualquier tópico.

Las  muchas formas de compartir lo nuevo es la llave mágica!

La música nueva llega por diferentes canales al oyente. Los libros tienen varias opciones novedosas y fáciles para ser leídos. Los viajes son mas cómodos y baratos en general, los adelantos científicos son cada vez mas seguidos y mas importantes, la moda se ha vuelto universal, el aprendizaje mas fácil de los idiomas nos acerca a otras comunidades y al intercambio cultural... El mundo se ha vuelto mas pequeño y al alcance de muchas manos.

El mundo solo puede moverse en una dirección: avanzar;  nunca quedarse estático o retroceder y para avanzar con él no podemos quedarnos añorando por siempre el pasado.

Tampoco es que todo tiempo pasado sea peor. O que para uno no sentirse "viejo" deba borrar y desechar de un tajo todos esos recuerdos y emociones vividas tiempo atrás. Porque recordar viejos momentos también nos ayuda a ubicarnos en el ahora. Si viajamos a los tiempos difíciles -por tristes o por cambios drásticos- podemos recrear y así evitar las mismas situaciones o darles un manejo diferente si se repiten. Si viajamos a los buenos, también refrescamos un poco el alma y nos pondrá en "modo agradecimiento."

Lo importante es no quedarse en el recuerdo y evitar persistir en la creencia de que lo que tenemos ahora nunca va a ser tan bueno como lo que tuvimos. Enfrentar lo que tenemos entre manos con pesimismo nos pone en desventaja.

En cambio, reconocer que cada reto tiene su afán, su nudo y su desenlace hace que afrontemos el ahora con mayor facilidad. Debemos admitir que es un desperdicio no apreciar tantas cosas buenas que nos trae el día a día e impedir que ellas se vuelvan recuerdos, también alegres y valiosos.

Sólo el ahora puede poner tonos vibrantes a los colores ya desgastados de los recuerdos para que éstos no se vuelvan un  equipaje pesado sino una conexión con el presente. Ese presente que cada vez más, nos vuelve ciudadanos del mundo, dueños de la información y conectados con todo.




domingo, 27 de marzo de 2016

BAÑOS DE SOL

Desde la ventana trasera de mi apartamento se alcanza a ver lo que yo considero y llamo "mi patio". Habiendo vivido casi toda mi vida en casas amplias, llenas de habitaciones, jardines, antejardines, patios y traspatios mudarme a un apartamento significó, en un principio, dejar de estar en contacto con la naturaleza. ¡Vaya fastidio!

Pero como la vida siempre tiene forma de compensar lo que nos quita, Oh sorpresa! la fachada trasera de mi edificio linda con la granja y las canchas de fútbol de uno de los lindos colegios de mi ciudad. Así que la vista es muy azul por el inmenso cielo que las cubre y muy verde por el gramado y la gran cantidad de árboles que hay.



Esto me hace dueña de un poco de naturaleza, con la vista a lo lejos del mar Caribe y de la Sierra Nevada de Santa Marta (cuando el horizonte está despejado), con el canto de los pájaros y el suave rumor de los árboles (cuando hay brisa). Y con las luciérnagas, ardillas, aves e iguanas que tienen su hábitat allí.



En esta foto, el sol apenas está saliendo. Al fondo se ve la Sierra Nevada y entre ella y las palmeras se ve un pedacito de mar.

Pero el show central siempre lo dan las iguanas. Una gran cantidad de ellas, de varios tamaños y colores se dejan ver sobre tejados y paredes, en los árboles, cruzando la pista atlética y en las canchas de fútbol. Algunas veces las he visto retozando con las aves e incluso dejándose acicalar por ellas.



A diario salen, casi siempre en horas de la tarde, a descansar sobre el césped; muchas iguanas distantes unas de otras, quietas como adormecidas, recostadas cuan largas son. Al mirar las canchas aparentemente vacías, se notan pequeños montículos que sobresalen del terreno dando la sensación de rugosidad. Cada uno de ellos es una iguana ¡tomando el sol!

Cuando el verano es intenso el verdor se apaga, los árboles poco a poco se quedan sin hojas y el paisaje se vuelve árido. Aún así, ellas siguen yendo a reposar en el gramado casi seco y permanecen tendidas allí durante muchas horas cada día.


La sensación de calma y calidez que refleja la imagen es indiscutible. Me hace recordar que cada elemento en la naturaleza tiene su propio ritmo y que el solaz es un placer compartido por todos...

sábado, 12 de marzo de 2016

El escondido encanto de leer recuerdos...

Que raro se siente cuando leemos nuevamente lo que años atrás escribimos y descubrimos que nuestro modo de ver las cosas ha cambiado y que ese mensaje ya no es el que te llega completamente aunque pueda llegarle a muchos más.

Confirmamos así que lo que nos mueve un día puede cambiar a través del tiempo: de forma imperceptible, con la interiorización de nuevos conocimientos, o de un tajo, con el acontecer de grandes sucesos, traumáticos o alegres.

Esto no significa que estuviéramos errados en lo que dijimos sino que se describió lo que nuestro corazón y nuestra mente vieron en ese momento de la vida. Es como si se hubiera tomado una fotografía de un paisaje mental o de una situación específica: la imagen de esa foto será siempre la misma aunque el paisaje cambie.



Mientras escribes tienes oportunidad de modificar muchas veces el borrador, de ajustarlo y convertir tu historia en una mejor o mas cercana a los cambios que van sucediendo. Una vez publicas solo queda abordar los nuevos enfoques en nuevos escritos.

Y cuanta emoción cuando cada palabra escrita en el pasado es exactamente el reflejo de lo que se piensa, desea y quiere ahora! 

Escribir nos muestra el poder del pensamiento para, a través de las palabras, sacar lo que se tiene adentro. De la mente. Del alma. Del corazón...

Escribir te da poder sobre ti mismo, porque logras organizar todo lo que recogen tus sentidos, todas las impresiones que te formas sobre los acontecimientos diarios, tus emociones, tus gustos y tus deseos. Y entonces lo exteriorizas para compartirlo con otros o simplemente para ir colocando en archivos escritos lo que normalmente archivas solo en tu mente.

Escribir desinhibe. Libera. Serena. Porque desnudas tus pensamientos más íntimos, sean sencillos o profundos, sean acerca de ti, de otros o de tu entorno. También te permite soltar eso que se va acumulando en tu corazón, que muchas veces pesa y que no deja casi espacio para entrar y organizar la casa mental.


Los pensamientos sobre lo visto y lo vivido no deben volverse una carga pesada para la memoria sino servir como fuente de información y de disfrute cuando el presente nos permita mirar hacia atrás. 

Y que mejor forma que dejarlos plasmados en un escrito?


domingo, 21 de febrero de 2016

El encanto de contar historias...


Me gusta conocer las historias que tienen las personas para contar, de si mismas y de otros. Me río y me asombro con cada una de ellas, me pongo en su lugar y las entiendo. Historias reales de personas reales, sean famosas o desconocidas.

Cada historia es como un atisbo de lo que tienen en el alma. Por eso me quedo quieta y callada cuando la gente cuenta sus historias... Es como un trueque: ellos me entregan lo que tienen cuando hablan o escriben y yo recojo y disfruto mientras los escucho o leo.

Cuando  estoy en un sitio lleno de personas siempre estoy observando como ellas interactúan, como reaccionan y como se expresan. Me alegro cuando los veo alegres, me apeno cuando los veo tristes y me espanta cuando los veo rabiosos. Y me gusta imaginar las historias que cada uno de ellos tiene para contar.

Me encanta cruzarme con personas que sonríen, canturrean o se embelesan con lo que ven y trato de imaginar lo rodeadas de armonía que deben estar sus vidas. Y entonces pienso que esas personas tan alegres y apasionadas deben generar las historias mas interesantes.

Toda persona reúne un bagaje de experiencias de trabajo, de hogar, de amigos, de episodios mágicos, de tristezas, de descubrimientos, de engaños y deslealtades propias y ajenas y mas. Cada experiencia es solo un retazo de su vida y cada uno de ellos va unido a los otros con un hilo que se llama "historia".
 
Escuchar esas historias, asombrarme con ellas y disfrutarlas es como hacer parte, por instantes, de otras vidas, y me convierte en amiga y testigo del verdadero ser detrás de ellas. Darles importancia y valor es una forma de reconocer que las personas son valiosas por si mismas, independientemente de si son interesantes o aburridas, famosas o anónimas.

Pienso que los narradores de historias nacen, no se hacen, y desde jóvenes cuentan en forma entretenida sus vivencias y las de los que le rodean.

Nunca he sido una contadora de historias, tal vez porque no tengo aún la suficiente edad  (para haber acumulado muchas experiencias interesantes) o porque el ahora todavía llena mi vida. Esto en cuanto a historias mías, de tiempo atrás. Hablo poco sobre mi; solo cuento a donde cené, lo nuevo que aprendí, la llamada que me alegró, lo que vi en una vidriera o en una casa y me gustó...

Tampoco hablo mucho de mis padres, solo uno que otro comentario sobre lo que les gustaba. Pero guardo, con cierto grado de nostalgia y alegría, las historias que ellos me contaban...

Creo que las historias que cada uno tiene en su memoria merecen ser sacadas a la luz y compartirse. Sé que algún día yo también me convertiré  en una contadora de historias, sino orales por lo menos escritas...



domingo, 3 de enero de 2016

La delgada línea entre preferir y discriminar...

¿En los ojos de quién está lo malo y lo bueno? ¿En los ojos del que lo exhibe o en los ojos del que lo ve?

Se armó una tremenda discusión a raíz de un par de mensajes compartidos en el chat de un grupo de amigas que estudiamos juntas los primeros años de nuestras vidas. Dichos mensajes "chistosos" tenían cierto grado de porno y muchos grados de grotesco y poco delicados.

Para ponerlo en el contexto: grupo de mujeres, aproximadamente 30, de más de 40 años todas, casadas la mayoría, unas pocas solteras o separadas, con hijos y sin hijos, algunas con nietos, viviendo en varias ciudades del país y del exterior, de diferentes estratos sociales, con diversidad de costumbres y valores, profesando diferentes credos religiosos y políticos... en fin, una amalgama de sabores y saberes con algo en común: todas estudiamos en un Colegio religioso donde compartimos parcial o totalmente, nuestra niñez, adolescencia y principio de nuestra juventud.

Como parte de la celebración de este aniversario de graduadas, se creó el chat para intercambiar actualizaciones, recuerdos, fechas importantes, información de cada una y, por supuesto, chistes. Como en todo grupo que se respete, tenemos la que siempre está alegre, la que pone resistencia, la que solo lee, la que habla bastante, la que regaña, la que se goza todo, y siga contando...

Mas de seis meses después de estar compartiendo por este medio, hemos vuelto a sentirnos cercanas y a interesarnos por las cosas importantes de cada una; hemos discutido los preparativos de la fiesta y también hemos mantenido discusiones sanas por las diferencias en la forma de ver las cosas. Pero esta última discusión fue esclarecedora acerca de la delgada línea que hay entre preferir y discriminar.

Aunque todas estuvimos de acuerdo en que las imágenes eran chocantes un grupo pequeño optó por opinar que era un grupo abierto de adultas y que lo que se publique cada quien es libre de verlo, leerlo, ignorarlo o borrarlo. Otro grupo pequeño no se manifestó por lo que supongo que no le afecta y le da igual lo que se publique. Es resto del grupo, mas numeroso, puso el "grito en cielo", aduciendo cosas como el respeto, la estética, el peligro de que cayera en manos de algún niño, el carácter "pornográfico" de quien la publicó, la decencia, etc.

A la pregunta directa, recibí respuestas que abarcaron todas las anteriores y una que también se repitió: "si hubiera sido una mujer bonita hasta la hubiera pasado..." Es ésta una preferencia o es francamente una discriminación?

Por supuesto, todos preferimos lo bonito a lo feo, lo bueno a lo malo, lo coherente a lo incoherente, lo....

A la mujer bonita se la puede ver haciendo lo que sea sin que parezca grosero o vulgar y por eso se prefiere sobre la mujer fea? No debe, la mujer fea, con su falta de belleza o estilo, perturbar la tranquilidad de las personas? o la mujer gorda, o la de piel oscura? Y que hay de las discapacitadas, de las de estatura muy alta o muy baja, de las que tienen cicatrices, etc? O sea...?

En el país se está viviendo ahora una atmósfera enrarecida en la que todo el mundo demanda al otro, incluso al cuenta chistes, porque no se puede decir negro, gordo, indio, gay, gago o cualquier otra etiqueta que se te ocurra, sin que alguien se sienta ofendido y discriminado. Ya no se puede hacer chistes abiertamente sobre las personas de ciertas zonas geográficas que se distinguieron por características que siempre han hecho parte del folclor y de las leyendas urbanas de los colombianos. Tampoco se puede discutir en público porque alguien está filmando lo que pasa y ante cualquier palabra, dicha en el fragor de la batalla con ánimo acusador, se hace de tal evento un motivo para demandar o para discutir sobre la discriminación.

"Es como si estuviéramos entrando en una cultura de la queja y del escándalo, que excluye toda discusión." - Publicado por Hector Abad Faciolince: Lo correcto y la libertad de expresión en Nov 15 de 2015 en El Espectador.

Esta atmósfera está haciendo estrago en las relaciones interpersonales a tal punto que todos nos sentimos calificados para señalar con el dedo lo que está bien y lo que está mal, quien es bueno porque le gusta lo que a mi me gusta y quien es malo porque no.

¿Cual es la linea que separa el respeto por los otros, a pesar de las diferencias y preferencias, del derecho a mostrar lo que yo quiero? ¿En los ojos de quién está lo malo y lo bueno? lo grotesco y lo apropiado? lo adecuado o lo inadecuado? En los ojos del que lo exhibe o en los ojos del que lo ve? En qué momento preferir se vuelve discriminar lo que queda fuera de mis preferencias?

La libertad de expresión cumple su función en el momento en que involucra al interlocutor en parte de la información. Entonces, ¿cuál información puedo trasmitir sin herir susceptibilidades y cual recibo sin dejar que afecte mi sentido del pudor o de la decencia?

Tema para hilar bastante... En todo caso, para bien del grupo, ejerciendo nuestro sentido común y primando el compañerismo  no se generó distanciamiento ni resentimientos por esta discusión y las cosas han seguido su cauce normal. Sólo un poco mas aburridas porque las intervenciones chistosas, algo subidas de tono, se redujeron notablemente!