domingo, 24 de abril de 2016

AHORA!

Me gusta la época actual, el presente, el hoy. Sé que las cosas que uno hizo en su infancia, adolescencia y juventud temprana tienen su encanto por la sencillez del estilo de vida y porque, al ser períodos en los que uno todavía no tiene  responsabilidades, la alegría, el desenfado y la falta de temores propios de los jóvenes, hacen que todo se vea mas bonito.

Pero la gran cantidad de recursos e información, la actualización permanente y la velocidad de los cambios de hoy te colocan en un momento de constante aprendizaje, de constante evolución y de muchos avances en muchas áreas. Todo casi simultáneo. La tecnología, ahora disponible para todos, hace que tu mundo y tus horas siempre estén llenos. Aburrirse depende de la poca iniciativa que se tenga para mirar con interés cualquier tópico.

Las  muchas formas de compartir lo nuevo es la llave mágica!

La música nueva llega por diferentes canales al oyente. Los libros tienen varias opciones novedosas y fáciles para ser leídos. Los viajes son mas cómodos y baratos en general, los adelantos científicos son cada vez mas seguidos y mas importantes, la moda se ha vuelto universal, el aprendizaje mas fácil de los idiomas nos acerca a otras comunidades y al intercambio cultural... El mundo se ha vuelto mas pequeño y al alcance de muchas manos.

El mundo solo puede moverse en una dirección: avanzar;  nunca quedarse estático o retroceder y para avanzar con él no podemos quedarnos añorando por siempre el pasado.

Tampoco es que todo tiempo pasado sea peor. O que para uno no sentirse "viejo" deba borrar y desechar de un tajo todos esos recuerdos y emociones vividas tiempo atrás. Porque recordar viejos momentos también nos ayuda a ubicarnos en el ahora. Si viajamos a los tiempos difíciles -por tristes o por cambios drásticos- podemos recrear y así evitar las mismas situaciones o darles un manejo diferente si se repiten. Si viajamos a los buenos, también refrescamos un poco el alma y nos pondrá en "modo agradecimiento."

Lo importante es no quedarse en el recuerdo y evitar persistir en la creencia de que lo que tenemos ahora nunca va a ser tan bueno como lo que tuvimos. Enfrentar lo que tenemos entre manos con pesimismo nos pone en desventaja.

En cambio, reconocer que cada reto tiene su afán, su nudo y su desenlace hace que afrontemos el ahora con mayor facilidad. Debemos admitir que es un desperdicio no apreciar tantas cosas buenas que nos trae el día a día e impedir que ellas se vuelvan recuerdos, también alegres y valiosos.

Sólo el ahora puede poner tonos vibrantes a los colores ya desgastados de los recuerdos para que éstos no se vuelvan un  equipaje pesado sino una conexión con el presente. Ese presente que cada vez más, nos vuelve ciudadanos del mundo, dueños de la información y conectados con todo.