jueves, 8 de diciembre de 2016

Reconocer el mérito sin juzgar el estilo de vida... Se puede?

Por estos días en que las noticias sobre suicidios y muertes accidentales de gente de la farándula se han vuelto tan seguidas, empiezo a recapitular todo lo que en su momento se ha comentado sobre la muerte de muchos músicos famosos. Esos que guardamos cerquita al corazón por que con sus letras y voces nos han hecho sentir que somos parte de algo que otros han vivido, que no estamos solos y que hay una canción adecuada para cada situación, la cual parece que hubiera sido escrita expresamente para cada uno.

Y acepto que cada persona puede ser hermosa, diferente y valiosa a su manera.

Lograr aceptación siendo diferentes sólo es posible cuando estas diferencias están ligadas a una personalidad fuerte y a una férrea voluntad para mostrar al mundo que también usando el camino más difícil, ese que no va en el sentido de la corriente, se puede construir un perfil digno de ser valorado, admirado y, ¿por qué no? seguido.

Las condiciones para que esto suceda no están claras para todos: sólo para aquellos que piensan diferente de forma tal que su genialidad puede hacernos vivir otros sueños opacando "la diferencia".

Son los genios de la música y de la composición que nos hacen sentir que está permitido ser estrambótico, raro, loco y cursi a pesar de las normas y añorar el éxito que tienen ellos para trasmitir ideas novedosas y brillantes siendo parte de la multitud "de bien".

Porque aunque sea de forma imperceptible la música que escuchamos, al igual que los libros que leemos, las películas, series y documentales que vemos, las pinturas, esculturas y obras de teatro que admiramos, van dejando una huella permanente en lo que somos.

Así que estos genios, con su peculiar forma de proyectarse, se vuelven referentes importantes para aceptar que la belleza, lo extraño y la capacidad de pensar diferente son rasgos de la personalidad que pueden ser cultivados y mostrados sin tapujos.

Son los mismos que nos hacen abrazar la genialidad y su rareza para vivirla a través de ellos sin ponernos en evidencia. Los que nos hacen pensar que todos los convencionalismos del mundo no pueden apagar por entero las explosiones de individualismo inherentes al talento.

Esos que nos hacen soñar, reír, pensar, conmovernos y re-inventarnos a través de sus palabras, melodías y percepciones, teniendo como únicos instrumentos letras y melodías, en escritos y canciones. Los que nos acercan y nos incluyen en mundos y sensaciones que no están al alcance de nuestras manos. Los que logran hacernos sentir amor cuando no tenemos pareja, nostalgia aún siendo jóvenes y sin marcas del pasado, tristeza cuando en realidad no hemos experimentado una ruptura o una pérdida trascendental, alegría cuando las cosas no van del todo bien... los que logran hacernos sentir bien aunque no estemos bien.

Son también los mismos que, en su mayoría, se desvían del camino trazado para explorar nuevas sensaciones, nuevos rumbos y nuevas relaciones que les hacen perder el control sobre sus vidas. Porque tienen el poder, los medios y, sobre todo, gente a su alrededor dispuesta a complacer lo que su mente deslumbrada pide...

Esto es lo que los ubica en el mismo nivel del resto de humanos, así sus dones y su genialidad los haya apartado poco a poco de pisar el suelo rutinario y aburrido de las normas sociales.

Ídolos, excelentes en sus habilidades artísticas pero que como personas extravían su rumbo, se tornan frágiles y persiguen de forma permanente satisfacer necesidades que no tienen otros.

Se vuelven íconos culturales, preciosos y raros, siempre tambaleando en un precario equilibrio para mantener la cordura dentro de toda la locura que supone ser admirado y hasta venerado por muchos, ser complacido en todos los deseos y volverse casi "un Dios" ante fanáticos dispuestos a todo por tocar un poquito de esa gloria.

Si decidimos juzgarlos desde nuestra posición de hombres y mujeres de bien, apegados al libreto que nos impone la educación y los buenos modales, se verán anormales, dignos de condena, incapaces de vivir en sociedad de forma decente, siempre frágiles ante el pecado y la auto-satisfacción.

¿Pueden ser juzgados estos seres con dones excepcionales sin invadir su intimidad y violentar ese libre albedrío que es un derecho para todos?

Cada vez que un ídolo cae hay dos bandos: los que reconocen su importancia en nuestras vidas haciéndonos sentir libres y especiales y los que sólo reconocen todo lo malo que como personas hicieron. Los primeros ven, por encima de todo, la belleza y el sentimiento hermoso que despertaron en cada uno y los segundos ven conductas disruptivas y el peligro de que éstas sean imitadas y seguidas por sus admiradores. Los que se conduelen de sus caídas y los que siempre los apuntan con un dedo acusador, como si ellos mismos estuvieran libres de pecado y por encima del bien y del mal.

A pesar de todo cuando una estrella de éstas cae es como si se apagara una luz, además de una voz o de una imagen, como si un vacío quedara en nuestras vidas, como si una parte importante de nuestro ser quedara huérfana.

Entonces esa persona que vibró con su arte y fue sensible a su embrujo, experimentará una especie de duelo ante su partida. Aunque no sea un familiar, ni un amigo, ni siquiera un conocido. Porque es una pieza irreemplazable de nuestra esencia que ahora ya no está al alcance de la mano.

Para mi, por sobre todas las cosas negativas de cada uno de ellos, es sanador reconocer el privilegio de haber contado con sus canciones y su arte los cuales me acompañarán todo el tiempo, ocupando un gran espacio en esa banda sonora que ha enriquecido la película de mi vida a través de los años.

Gracias  Freddy Mercury,  Kurt Cobain, Michael Jackson, Amy Winehouse, Whitney Houston, Joe Arroyo, Gustavo Cerati, Joe Cocker,  Prince, David Bowie y todos los demás que harían muy larga esta lista: sus canciones siempre sonarán en mis playlists y en mi corazón.

Gracias a  todos esos músicos maravillosos que me han acompañado en cada etapa de mi vida. No importa si sus vidas personales han estado llenas de conflictos y rumbos perdidos. Gracias.


"Afligirse por la muerte de quien nos alegró la vida es un rasgo de los seres humanos. No se sienta orgulloso si no es capaz de hacerlo" @fabianvuelvasg