viernes, 27 de febrero de 2015

Los hogares disfuncionales


Mi hogar, el de mis padres, el de mis abuelos, el de mis hermanos, el de mis sobrinos.  El de muchos de mis amigos.  Los hogares que conozco de cerca. Todos con cierto grado de disfuncionalidad. Unos mas que otros... 

Los comportamientos repetidos se vuelven, con el tiempo, patrones o modelos a seguir por quienes están expuestos a ellos continuamente. Así es como los hijos aprenden a ver como natural y normal conductas reprobables que minan el buen funcionar de un hogar. Y así es también como fallan los filtros para elegir las parejas con mejores cualidades para formar nuevos hogares estables y comprometidos con el sano crecimiento de la familia. 

Las mentiras blancas, la deslealtad, las repetidas infidelidades, la falta de disciplina, la falta de responsabilidad, la tibieza en la defensa de los valores personales, familiares y sociales, la poca participación como miembro de un grupo y otros aspectos menos llamativos, pero no por ello menos relevantes, son los items que van mostrando un camino lleno de grietas que tarde o temprano hacen colapsar la construcción.  

¿Cuánto demora la pasión por la pareja y con qué tipo de amor mas sosegado se puede remplazar éste sin que quede un vacío? ¿Quien toma la decisión de aminorar el ritmo pasional para ir ocupándose en el crecimiento de las bases financieras y de los hijos?  ¿Se puede pasar a una relación bien educada y equilibrada de amigos queridos para enfrentar el acompañamiento mutuo en la vejez de una forma positiva? Para los hogares ya disfuncionales estas son preguntas que nunca serán respondidas y que levantan una nostalgia por esa incapacidad que se tuvo para crear cimientos fuertes y estables.

Los hogares que funcionan bien se distinguen por el respeto que se muestran unos a otros, por la serenidad y franqueza con que se asumen los problemas, por la disciplina férrea que facilita el libre albedrío y por la estrecha relación que guardan entre si todos sus miembros.  

Entonces cuando veo esas familias donde todos  están bien adaptados y felices me pregunto: cómo fue que hicieron para construirlo? ¿Cómo hacen para mantenerlo? ¿Hay herramientas efectivas para lograr reorganizar las cosas una vez se detectan los primeros problemas? O algún tipo de "software" que se pueda instalar para corregir lo errado, recuperar lo que todavía sirve, limpiar lo sucio, borrar lo innecesario y, si es caso, resetear para comenzar de nuevo con nuevos bríos? Esta sería la solución perfecta porque así nos ahorraríamos el esfuerzo, el tiempo invertido y los sinsabores que se viven durante la construcción de toda gran empresa.

Sin embargo,  a pesar de los grados de disfuncionalidad de cada hogar, lo que los hace sobrellevables es la cantidad de momentos de alegrías, sorpresas, generosidad, picardía y desinterés presentes en todas las relaciones familiares, sin importar si el hogar como tal se desintegró o sobrevivió a duras penas a los cambios y a los problemas que tarde o temprano todos enfrentamos.

Benditos los hogares que con orgullo y regocijo muestran la inalterable paz que habita en los corazones sanos. Pero también benditos todos los que tenemos un lugar que llamamos hogar y un grupo de personas al que llamamos familia.


martes, 24 de febrero de 2015

No pretendas irte, amigo!

Que sensación tan rara y fuerte es sentir que lo que hasta ayer tenías no lo tienes hoy y, peor aun, que puede que no lo tengas nunca mas. Eso que diste por seguro y que parecía inamovible. Lo que ya ni siquiera mirabas con gran interés o especialidad porque lo tenias siempre a la mano. Lo que por ley natural era casi imposible perder. A ti.

Hay personas que irradian una energía tan poderosa que atrae a muchos, que encantan a todos y que se dan casi que sin reservas a los que son sus amigos. Esos que siempre encuentran una mano amiga y un hombro dispuesto a ayudar porque ya ellos han entregado su amistad y su cooperación antes. Así como tu.

Algunas situaciones nos ponen en desventaja para disfrutar una relación abierta, pero no impiden el trato de amigos y de cómplices, donde cada uno se muestra como es, sin empalagos, condiciones ni compromisos.

Con amigos así la distancia física y social no es barrera para sentir un cariño desinteresado y compartir breves momentos que alimentan el alma y el cuerpo, y que nos llenan con la serena confianza de la pertenencia.

Por eso, sentir muy de cerca que es posible que esa fuente de amistad y de alegría no nos acompañe mas, es perder un poco la estabilidad y la satisfacción que te da el contar con alguien para todo lo que no se puede compartir con otros.

Solo ahora caigo en cuenta de que te estoy infinitamente agradecida, amigo, por ser todo lo que has sido para mi y por lo que he disfrutado mientras has estado conmigo. Por hacerme sentir como me he sentido todo el tiempo que te he tenido como amigo.

No quiero llorar tu partida. No pretendas irte. Sabes que un pedacito de mi corazón siempre sera tuyo pero prefiero verte y sentirte a ratos así fuerte y arrollador como eres, a solo recordarte.

"♫ Oh, I'm a lucky man to count on both hands the ones I love...♪ "





domingo, 22 de febrero de 2015

Bajo el sol del trópico

El verano en el trópico va desde el exuberante verde que dejó la primavera hasta el apagado color tierra, vacío de hojas y flores que encuentra la primera lluvia del año cuando llega el invierno.
La primavera pasa pisando muy suave una corta temporada llena de toda la vegetación espesa, florecida e imponente que se fortaleció con las lluvias.
El otoño se distingue apenas por los árboles desnudos y el viento que va y viene en direcciones caprichosas.

El protagonismo en el trópico lo tienen el verano y el invierno.

El invierno, en la mayoría de zonas tropicales, no se viste de blanco de nieve. Se viste de traslúcidas gotas o chorros de agua que mojan constantemente la tierra acompañadas por las luces de relámpagos y centellas y por el sonido acompasado de la lluvia, roto a veces por el retumbar de los truenos.
El cielo constantemente está cubierto de oscuros nubarrones que presagian tormentas y la brisa que llega con la mayoría de las lluvias hace que las gotas bailen una danza con diferentes ritmos y acentos.
El suelo parece un espejo hecho de charcos que reflejan el cielo cuando disminuyen las corrientes; las mismas que arrastraron a su paso todo lo que encontraron, lavando el suelo y todo lo que se encuentra en él.

El verano arde en el trópico.
Cada día el cielo es absolutamente azul y despejado, sólo a ratos ocupado por pequeñas y redondeadas nubles blancas como bolas de algodón de formas caprichosas.
El sol se muestra en todo su esplendor y calienta el suelo y la piel con tal intensidad que parece que chamuscara. Los árboles pierden poco a poco el brillo y el número de sus hojas, algunos quedan cubiertos solo de flores durante un tiempo, las cuales brillan con colores increíbles antes de caer rendidas al calor que las abrasa. 

El tiempo es seco y las brisas juguetean con cabellos, faldas y ropas tendidas al sol. Las tardes son cálidas y densas y las noches son apenas tibias. En la distancia el mar adopta un verde-azul mas intenso y las aguas de ríos y lagos se ven grises y brillantes, casi metálicas. A diferencia del agua del mar que se entibia o calienta bajo los rayos del sol y se ve mas cristalina, el agua del río siempre está fresca y oscura.

La magia del verano exalta los sentidos y parece que despierta las ganas de estar con otros, de tomar largas siestas, de vestir menos ropa y tumbarse al sol y también de salir a jardines y terrazas para disfrutar los sitios frescos y claros.
El verano en el trópico, con su luz, su calor y sus colores, también es un tiempo que propicia encuentros y amores cortos, vibrantes y pasajeros llenos de alegría y pasión.

El sol es el eterno actor principal que brilla en todas las estaciones, se esconde a ratos tras nubes oscuras cargadas de lluvia, se asoma nuevamente para reforzar su papel, actúa positivamente sobre mentes, cuerpos y almas, quema sin contemplaciones pero usa la brisa para refrescar y establecer un equilibrio que llena de energía el día a día. 


lunes, 16 de febrero de 2015

La incomparable fuerza de la alegría

Pensamos que debemos estar alegres cuando algo bueno nos pasa y que la alegría va de la mano de acontecimientos y logros alcanzados. Con el tiempo y el cúmulo de experiencia adquirida nos damos cuenta que la alegría es mas  un estado de gozo susceptible de cultivar y desarrollar.
La alegría debe ser el primer alimento del alma al despertar y se debe tratar de conservar el mayor tiempo posible.

Hay dos tipos de alegría: la interior que es ese estado de agradecimiento por lo que se tiene o se ha logrado y está ligada a la confianza de ser parte importante de un engranaje que no se detiene. La segunda es la espontanea que es una reacción feliz a cosas que suceden  y está ligada a momentos o instantes que marcan una explosión de gozo.

La forma en que se experimenta la alegría depende en gran parte de la etapa de la vida que transitamos.

- Los niños tienen una alegría innata ligada al asombro constante al descubrir lo nuevo ¡y para ellos todo es nuevo!

- Los adolescentes tienen menos instantes de asombro y ahora sus alegrías están determinadas también por la búsqueda y contacto de almas gemelas y por lo que se comparte con otros.

- Los adultos hacen de los logros profesionales y económicos su principal fuente de motivación y por eso la mayoría de las veces los momentos de alegría son mas espaciados. Entre el trasegar diario, las responsabilidades por los que dependen de ellos y las cargas propias de la edad productiva, la consecución de logros se vuelve una meta y en esa carrera olvidan disfrutar  la carrera en sí.

- En la vejez, cuando ya hemos acomodados varios golpes -pérdida de personas, de facultades, de independencia física o económica- la vida se muestra mas serena y la alegría solo nos visita dependiendo de como enfrentamos todo el panorama de limitaciones que tenemos por delante.

En todas las etapas hay herramientas que podemos usar para procurarnos a diario momentos de alegría: el juego, los amigos, la lectura, la música, el cine, las artes, el baile, la meditación... El uso de estas herramientas está  ligado a la curiosidad y al interés por aprender y disfrutar nuevas cosas.

 Nuestra alegría también descansa en la alegría de otras personas: dándole alegrías a otros logramos también estar alegres.
 Y la alegría es el principal ingrediente de la felicidad.