domingo, 21 de febrero de 2016

El encanto de contar historias...


Me gusta conocer las historias que tienen las personas para contar, de si mismas y de otros. Me río y me asombro con cada una de ellas, me pongo en su lugar y las entiendo. Historias reales de personas reales, sean famosas o desconocidas.

Cada historia es como un atisbo de lo que tienen en el alma. Por eso me quedo quieta y callada cuando la gente cuenta sus historias... Es como un trueque: ellos me entregan lo que tienen cuando hablan o escriben y yo recojo y disfruto mientras los escucho o leo.

Cuando  estoy en un sitio lleno de personas siempre estoy observando como ellas interactúan, como reaccionan y como se expresan. Me alegro cuando los veo alegres, me apeno cuando los veo tristes y me espanta cuando los veo rabiosos. Y me gusta imaginar las historias que cada uno de ellos tiene para contar.

Me encanta cruzarme con personas que sonríen, canturrean o se embelesan con lo que ven y trato de imaginar lo rodeadas de armonía que deben estar sus vidas. Y entonces pienso que esas personas tan alegres y apasionadas deben generar las historias mas interesantes.

Toda persona reúne un bagaje de experiencias de trabajo, de hogar, de amigos, de episodios mágicos, de tristezas, de descubrimientos, de engaños y deslealtades propias y ajenas y mas. Cada experiencia es solo un retazo de su vida y cada uno de ellos va unido a los otros con un hilo que se llama "historia".
 
Escuchar esas historias, asombrarme con ellas y disfrutarlas es como hacer parte, por instantes, de otras vidas, y me convierte en amiga y testigo del verdadero ser detrás de ellas. Darles importancia y valor es una forma de reconocer que las personas son valiosas por si mismas, independientemente de si son interesantes o aburridas, famosas o anónimas.

Pienso que los narradores de historias nacen, no se hacen, y desde jóvenes cuentan en forma entretenida sus vivencias y las de los que le rodean.

Nunca he sido una contadora de historias, tal vez porque no tengo aún la suficiente edad  (para haber acumulado muchas experiencias interesantes) o porque el ahora todavía llena mi vida. Esto en cuanto a historias mías, de tiempo atrás. Hablo poco sobre mi; solo cuento a donde cené, lo nuevo que aprendí, la llamada que me alegró, lo que vi en una vidriera o en una casa y me gustó...

Tampoco hablo mucho de mis padres, solo uno que otro comentario sobre lo que les gustaba. Pero guardo, con cierto grado de nostalgia y alegría, las historias que ellos me contaban...

Creo que las historias que cada uno tiene en su memoria merecen ser sacadas a la luz y compartirse. Sé que algún día yo también me convertiré  en una contadora de historias, sino orales por lo menos escritas...