lunes, 24 de septiembre de 2012

Olvidados o invisibles...



Viene a mi mente repetidamente por estos días el título de un libro de Héctor Abad Faciolince: "El olvido que seremos". No es por el contenido del mismo (muy bueno) sino por la gran verdad que encierran esas cuatro palabras. 

Todos, de una forma u otra, vamos cayendo en el olvido de las otras personas, ya sea porque no estamos desde hace mucho rato en su entorno o porque perdieron interés en nosotros y cosas mas importantes ocupan sus pensamientos. Cada día que pasa seremos olvido para muchas más. Cuando ya no estemos aquí el recuerdo se irá tornando mas lejano y menos claro.

Nos maltrata el ego saber que es así. Pero mas nos maltrata cuando nuestra persona se va poco a poco desdibujando en los que nos rodean a diario hasta que nos hacemos invisibles para ellos.

A quien culpar? Nadie quiere olvidar porque sí y tampoco nadie quiere ser olvidado. Pero esta es una de las etapas de la vida y de las relaciones que ha de vivirse a plenitud, aún con todos los sinsabores que ella entraña.

Olvidados? Invisibles? Si,  pero no para todos ni en todo momento.




domingo, 16 de septiembre de 2012

Pública, privada y secreta!

Como bien sabemos, todos tenemos estas tres vida: La pública que conocen todos, la privada conocida por el círculo familiar y de amigos y la secreta que solo conoces tú. 

De tu vida secreta, a veces, algunas personas muy sagaces alcanzan a vislumbrar ciertos destellos, que nunca pueden ser confirmados del todo sin tu consentimiento. Porque para formar parte de ella hay que ser un amigo muy especial, un cómplice o un hombro donde se pueden colgar culpas y penas, pecados y arrepentimientos. 

Hacer parte de la vida secreta de otros se me ocurre que debe ocupar un espacio muy grande en tu vida y además ser una carga pesada. No es fácil mantener cerrados la comunicación y  el corazón a otros, guardando secretos ajenos; medir lo que se dice y hace para no incurrir en deslices que puedan insinuar algo de esa vida oculta que no es la tuya.

La vida secreta tampoco debe convertirse en una carga para uno mismo: solo estar en un lugar al que no llegue todo el mundo. Porque, muy a menudo, lo que está al alcance de muchas manos se ensucia o se deteriora y poco a poco va perdiendo su valor...