martes, 19 de diciembre de 2017

Esa inquietante sensación de que hay cosas llegando tarde a tu vida...

...O de que tu estás llegando tarde a ellas!

Esa impresión de que no es el lugar o la hora precisos para abrazar aquello que creemos merecer y que por fin tenemos a nuestra disposición...

Esa sensación que viene acompañada de la necesidad de elegir entre dos únicas opciones: dejarlo pasar para estar a tono con el momento presente o tomarlo y manejarlo para acomodarlo a tu ahora...

Hay valientes que no aceptan un "demasiado tarde para eso" y en vez de resentir la situación hacen lo necesario para estar ahí. Tarde pero presentes. Degustando los últimos mordiscos o lo que han dejado otros. Pero ahí. Haciéndolos parte de su historia aunque el papel protagónico no lo hayan tenido ellos.

Nunca apartados de las experiencias. Nunca rechazando lo que llegó rezagado. Viviendo momentos felices con lo que ahora se obtuvo...

Yo estoy a favor de ellos. De los que tienen la valentía de aceptar las cosas aun cuando lleguen tarde. Aun cuando para otros no sea "el momento". Aun cuando para otros "haya pasado su tiempo".

Qué grato debe ser llegar a viejos y conocer el sabor y color de esos anhelos, a veces desapercibidos, que  una vez tuvimos y que se volvieron tangibles cuando ya casi los habíamos olvidado!





viernes, 8 de diciembre de 2017

Figuras desdibujadas


Leyendo el artículo de Carrie Speaking en Medium "What grannies don't tell", empiezo a pensar sobre cuánto  la desigualdad de género ha logrado desdibujar el papel de las mujeres en las familias, con esa idea universal de que las abuelas, bisabuelas y demás mujeres que las precedieron son aquellas viejitas siempre bien sentadas tejiendo o en la cocina preparando manjares para sus descendientes, con vestidos acartonados y de otra época, recatadas, discretas, fuentes de sabiduría, etc.

Es cómodo imaginarlas así porque nos evita el trabajo de ahondar en lo que realmente fueron como mujeres, y no solo como las abnegadas esposas, madres y mantenedoras de casa -papeles éstos que la sociedad les asignó.

Por haber sido hija de unos padres añosos, la única abuela que "conocí" murió cuando yo tenía 2 o 3 años. Lo que significa que realmente no conocí a ninguna de ellas.

Hace unos años empecé el árbol genealógico de mi familia. Y, oh sorpresa! Era muy poco lo que otros miembros de la familia sabían acerca ellas, mis abuelas: de sus sueños, dificultades, gustos, encantos... de sus vidas. Nadie recuerda nada, sólo que fueron las madres de nuestros padres, eternas amas de casa, eternas viejitas tiernas.

Incluso yo, cuando pienso en esa abuela que me vio nacer, la imagino como una señora mayor que seguramente me sentaba en sus piernas y me consentía. Pero recuerdo la carta que le escribió a mi mamá un mes antes de morir (tal vez por eso nunca mi madre de deshizo de ella) en la que expresaba sus preocupaciones y entonces lo que intuyo es a una madre pendiente de sus hijos, que viaja constantemente repartiendo su tiempo entre cada uno de ellos.

Ya no hay nadie que me diga cuáles eran las cosas que le gustaban o preocupaba, si reía a menudo, si amó a su esposo con pasión o con frialdad, si tenía hobbies, si era sumisa o altiva, gentil o malhablada... Los aspectos de su personalidad y su devenir diario se han perdido.

Las únicas pistas sobre algunos aspectos de su vida las aportó mi padre quien siempre se mostró respetuoso, admirado y conmovido por la forma segura, sencilla, justa y fuerte como ella, su suegra, vivió.


Por eso me pareció tan interesante ese artículo. Porque puso en primer plano la poca relevancia que han tenido las mujeres, sobre todo mayores, a través de los años.

Pudieron ser aguerridas, fuertes, valientes, emprendedoras para luchar por sus hijos cuando sus maridos faltaron o cuando lidiaron con enfermedades graves, o cuando sufrieron pérdidas financieras y otro tipos de dificultades... Pero todo eso pasó desapercibido porque nadie dio valor a su gestión: sólo eran mujeres. Porque no valía la pena contar sus historias completas a los hijos y nietos ya que su responsabilidad como mujeres era sólo procrear y cuidar del hogar.

Tampoco se le dio valor a sus sentimientos y emociones, ni a sus estilos de vida. Siempre ha habido mujeres odiosas y queridas, fuertes y débiles, recatadas y desvergonzadas, discretas e imprudentes, alegres y quejumbrosas, etc, pero los adjetivos para describir a nuestras antepasadas brillan por su ausencia. Ellas sólo fueron abuelas. 

En esta época en que muchas mujeres deciden posponer la maternidad o, incluso, descartarla, muchas otras se casan cada vez mas jóvenes. Sea cual sea su decisión, la preponderancia que se le da a nuevos estilos de vidas que giran alrededor del cuidado personal,  la buena salud y la apariencia de juventud así como la independencia económica de la mayoría de ellas, nos permite ver estructuras familiares que incluyen abuelas y bisabuelas, aún jóvenes, desempeñando un papel menos "familiar" y con mayor participación en actividades sociales y económicas.

Significa que hay una generación de adolescentes y adultos jóvenes que conocen, tratan o conviven con sus abuelas. Este es el momento apropiado para estrechar las relaciones entre ellos y promover la recolección de datos e historias de sus vidas ya que en poco tiempo no estarán mas.

Y así, aprenderemos a ver a estas mujeres que conocimos siendo ya adultas mayores o ancianas, como personas valiosas, llenas de vivencias y experiencias de todo tipo que merecen ser recordadas por lo que fueron e hicieron y no solamente por el papel de "viejita feliz y sabia" que la sociedad, por comodidad, les ha otorgado.






viernes, 3 de noviembre de 2017

¿Por qué tanto empeño en olvidar?


"Hay quienes olvidan sin decir adiós y quienes dicen adiós sin olvidar". Ni sé a quien pertenece la frase pero me hizo pensar en lo que significa olvido y en cómo manejarlo para salir airoso a pesar de los recuerdos del pasado con todos sus ingredientes agradables y desagradables.

¿Por qué a veces tenemos ese afán de olvidar todo y a todos?

¿Acaso los buenos momentos vividos no refuerzan nuestra sensación de pertenencia y de que fuimos amados?

¿Acaso no se puede recordar con cariño a las personas y situaciones que una vez nos hicieron sentir alegría y felicidad sólo porque ya no se tienen mas o porque están asociados a tortuosos rompimientos?

¿Acaso no debemos dejar que la mente y el corazón se encarguen de organizar, catalogar y elegir qué se queda y qué se va?

¿Acaso hacer un gran esfuerzo para olvidar no es la mejor manera de recordar?

Una actitud desligada del ansia de olvidar hace que se disfrute plenamente el diario vivir y que poco a poco se vayan desplazando las cosas del pasado a ese lugar al que sólo se accede cuando un estímulo visual, olfativo, táctil o auditivo lo dispara. Y ahí nos damos cuenta que ya no se recuerda a diario...

Entonces, ¿por qué tanto empeño en olvidar?
Deja que el tiempo pase y ya veremos lo que trae... El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez
Tal vez sea mejor limpiar la casa emocional de rencores y resentimientos y liberar el corazón de enojos y tristezas para mirar con objetividad y gratitud todo lo bueno que se tuvo y empezar a abrirnos a nuevas experiencias que den paso a nuevos recuerdos...







miércoles, 11 de octubre de 2017

Cómo dejar morir amistades en la actualidad...

Lo que todos sabemos y no queremos reconocer...

No es exageración: aún las uniones mas fuertes pierden cohesión con el tiempo y otros factores. Igual ocurre con la amistad. Entonces nos preguntamos ¿Cuáles son las fórmulas infalibles para dejar morir una amistad? Veamos:

1. Falta de presencia física

La falta prolongada de encuentros -así sean rápidos, de conversaciones -así sólo sean telefónicas y la pereza para ir a visitar al otro en sus fechas importantes con la engañosa creencia de que todos los gestos deben ser alternados o recíprocos.

2. Distancia + Falta de presencia virtual

En esta época en que la tecnología ocupa un espacio muy vasto de nuestro tiempo, estar desconectado digitalmente es como cerrar una puerta que propicia el intercambio de información, de saludos y de parabienes.

Cuando alguien, ya sea por cansacio, ocupaciones, enfermedad, falta de motivación, inseguridad, etc., no facilita los encuentros físicos su presencia digital logra posicionarlo como parte de la vida de otras personas.

A pesar de la frialdad implícita en la mayoría de relaciones virtuales, no se puede desconocer el grado de penetración que tiene la tecnología para mantener el contacto con gente a nuestro alrededor. Tampoco se puede desconocer que aunque muchas de estas relaciones virtuales carecen del acercamiento físico, cuando son permanentes también sirven para estrechar lazos y aumentar la sensación de cercanía.

Pero cuando además de la ausencia física la presencia en las redes de intercambio social no existe, la huella de la amistad se va desdibujando en la mente de las personas, a tal punto que sólo sobreviven las expresiones de cortesía sin profundidad y sin intercambio de experiencias y emociones.

Tener el tiempo totalmente copado entre las obligaciones de trabajo y el círculo familiar inmediato sin permitirse salir al encuentro de los viejos amigos o establecer contacto con ellos a través de la tecnología, también es una forma de dejar morir poco a poco una amistad. De abandono. De falta de interés. Muy lentamente y casi sin notarlo nadie...

3. Orgullo + Resentimiento

Y que hay del orgullo? Esta es una de las principales causas para desdibujar amistades. La que se interpone cuando asalta la primera duda: ¿Por qué no me llama o me busca? Por qué siempre tengo que ser yo quien cede? Y de ahí al resentimiento solo hay un paso. Un triste paso que va distanciando a los amigos mientras esperamos que sea el otro el que primero se aproxime. Un paso que abre un abismo cada vez  mas ancho y profundo que al final cuesta mucho salvar. Sobre todo si ambas partes son igual de obstinadas. 

4. Cambio de estilo de vida + Nuevos intereses

Y ni hablar de esa voz interior que te dice que ahora que ese amigo posee mejores cosas en su vida también preferirá a otras personas a su alrededor, mas glamorosas o de mejor linaje con quienes compartir todas la maravillosas cosas que antes no tenía. Ya no es el caso "cuando estás en la mala los amigos te abandonan" sino al contrario: cuando estás en la buena los viejos amigos no son suficientemente buenos.

Algunos dirán que si se enfrió por este motivo la amistad es que nunca fue verdadera.  Yo prefiero pensar que al cambiar los intereses y nosotros con ellos, algunas cosas dejan de encajar en tu nuevo estilo de vida: se sigue apreciando al amigo pero ahora no es indispensable tenerlo cerca todo el tiempo.

Si de verdad la amistad es importante es nuestra responsabilidad mantenerla siempre activa y fresca. El alejamiento y el olvido sólo llegan cuando se lo permitimos. Y sentirnos "seguros" de una amistad no impide que ese olvido llegue.

Sólo si le dedicamos tiempo en el pensamiento y en la agenda a nuestros amigos, al olvido se le dificultará llegar, instalarse y robarse la alegría de sabernos parte importante de la vida de aquellas personas que un día, por cercanía o por afinidad, elegimos como pares...





viernes, 29 de septiembre de 2017

La venganza y otros propósitos en la vida

Viendo la película "Remember" (Persiguiendo Recuerdos) protagonizada por Christopher Plummer comprendo que tener siempre un propósito es lo que nos hace vivir más plenamente. La excelente interpretación de un anciano en  sus días de soledad, quien con la mente casi perdida, ocupa su tiempo en cumplir su propósito de venganza aún a pesar de su incipiente demencia, es la confirmación de que una mente centrada en un propósito o en una pasión utilizará éstas como combustible para que el cuerpo, aunque débil y a punto de desfallecer, encuentre fuerza y energía para llevar a cabo su tarea.

Claro que la venganza es uno de los motores que con mas fuerza impulsa a la acción! Pero, aún no siendo ella la motivación, tener un objetivo definido te hace centrar en su consecución y te permite seguir un camino sin importar si aprovechas o no todos los aprendizajes, las vivencias, los ratos amenos, los tropiezos y los cambios que surjan durante la marcha. Y sin importar también que tan preparado estás física, mental y emocionalmente.

Por eso, propósitos y pasiones son importantes durante todo el tiempo que vivimos. Cuales sean éstos no garantizan un mejor o peor desempeño. Porque los propósitos irán cambiando en la medida que vamos acumulando experiencias y años vividos. Pero el impulso que dan será el mismo.

Algunas veces, a todos nos ha pasado, las pasiones nos asaltan y nos dejamos consumir por ellas. Invertimos en ellas gran parte de nuestro tiempo, de nuestras ganancias y de nuestro entusiasmo. No permitimos que el sentido común y la serenidad nos aconsejen y nos prevengan de malgastar estos tres recursos tan preciados. Al final, si nos dejan alegría, satisfacción y lecciones positivas habrá valido la pena.

De nosotros depende acoger propósitos que nos hagan personas mas alegres y empáticas, mas participativas con otros y mas felices con nosotros mismos.





martes, 4 de julio de 2017

Flores en rama




Me gusta ver las flores en sus ramas. Emanan belleza, delicadeza y altivez. Hacen que el entorno se vuelva suave y exquisito, vibrante y alegre.


Un jarrón con flores en agua ilumina cualquier habitación aportándole colorido y un toque de la frescura de la naturaleza. Se mantienen hidratadas y lucen su esplendor durante varios días.



En cambio las flores que hacen parte de esos hermosos arreglos, muy elaborados, que adornan mesas, columnas y paredes... esas no me gustan.



Por muy lindas que se vean, me recuerdan la vida que se toma en plena juventud para dejar pierdan su lozanía, brillo y aroma con el paso de las horas y mueran lentamente de sed.



No, esas flores no me gustan así: condenadas a un efímero debut para decorar por unas pocas horas un evento. Como si la danza de la vida y el color se tornara en la danza de lo mustio y triste.



Muchos dirán que las flores caen de los árboles cuando ya no pueden alimentarse mas y mueren. Pero ésto pasa como parte de su ciclo vital así como el hombre que espera en su ancianidad el momento de irse para siempre; no como en un accidente donde la vida es arrancada bruscamente.



Me gustan las flores que están unidas a su rama, a su árbol. No las que se cortan para ser lucidas uno o dos días y luego tiradas a la basura. Aunque hacerlo así sea la forma de traer brevemente un poco de la belleza de la naturaleza a nuestro entorno.