domingo, 27 de marzo de 2016

BAÑOS DE SOL

Desde la ventana trasera de mi apartamento se alcanza a ver lo que yo considero y llamo "mi patio". Habiendo vivido casi toda mi vida en casas amplias, llenas de habitaciones, jardines, antejardines, patios y traspatios mudarme a un apartamento significó, en un principio, dejar de estar en contacto con la naturaleza. ¡Vaya fastidio!

Pero como la vida siempre tiene forma de compensar lo que nos quita, Oh sorpresa! la fachada trasera de mi edificio linda con la granja y las canchas de fútbol de uno de los lindos colegios de mi ciudad. Así que la vista es muy azul por el inmenso cielo que las cubre y muy verde por el gramado y la gran cantidad de árboles que hay.



Esto me hace dueña de un poco de naturaleza, con la vista a lo lejos del mar Caribe y de la Sierra Nevada de Santa Marta (cuando el horizonte está despejado), con el canto de los pájaros y el suave rumor de los árboles (cuando hay brisa). Y con las luciérnagas, ardillas, aves e iguanas que tienen su hábitat allí.



En esta foto, el sol apenas está saliendo. Al fondo se ve la Sierra Nevada y entre ella y las palmeras se ve un pedacito de mar.

Pero el show central siempre lo dan las iguanas. Una gran cantidad de ellas, de varios tamaños y colores se dejan ver sobre tejados y paredes, en los árboles, cruzando la pista atlética y en las canchas de fútbol. Algunas veces las he visto retozando con las aves e incluso dejándose acicalar por ellas.



A diario salen, casi siempre en horas de la tarde, a descansar sobre el césped; muchas iguanas distantes unas de otras, quietas como adormecidas, recostadas cuan largas son. Al mirar las canchas aparentemente vacías, se notan pequeños montículos que sobresalen del terreno dando la sensación de rugosidad. Cada uno de ellos es una iguana ¡tomando el sol!

Cuando el verano es intenso el verdor se apaga, los árboles poco a poco se quedan sin hojas y el paisaje se vuelve árido. Aún así, ellas siguen yendo a reposar en el gramado casi seco y permanecen tendidas allí durante muchas horas cada día.


La sensación de calma y calidez que refleja la imagen es indiscutible. Me hace recordar que cada elemento en la naturaleza tiene su propio ritmo y que el solaz es un placer compartido por todos...

sábado, 12 de marzo de 2016

El escondido encanto de leer recuerdos...

Que raro se siente cuando leemos nuevamente lo que años atrás escribimos y descubrimos que nuestro modo de ver las cosas ha cambiado y que ese mensaje ya no es el que te llega completamente aunque pueda llegarle a muchos más.

Confirmamos así que lo que nos mueve un día puede cambiar a través del tiempo: de forma imperceptible, con la interiorización de nuevos conocimientos, o de un tajo, con el acontecer de grandes sucesos, traumáticos o alegres.

Esto no significa que estuviéramos errados en lo que dijimos sino que se describió lo que nuestro corazón y nuestra mente vieron en ese momento de la vida. Es como si se hubiera tomado una fotografía de un paisaje mental o de una situación específica: la imagen de esa foto será siempre la misma aunque el paisaje cambie.



Mientras escribes tienes oportunidad de modificar muchas veces el borrador, de ajustarlo y convertir tu historia en una mejor o mas cercana a los cambios que van sucediendo. Una vez publicas solo queda abordar los nuevos enfoques en nuevos escritos.

Y cuanta emoción cuando cada palabra escrita en el pasado es exactamente el reflejo de lo que se piensa, desea y quiere ahora! 

Escribir nos muestra el poder del pensamiento para, a través de las palabras, sacar lo que se tiene adentro. De la mente. Del alma. Del corazón...

Escribir te da poder sobre ti mismo, porque logras organizar todo lo que recogen tus sentidos, todas las impresiones que te formas sobre los acontecimientos diarios, tus emociones, tus gustos y tus deseos. Y entonces lo exteriorizas para compartirlo con otros o simplemente para ir colocando en archivos escritos lo que normalmente archivas solo en tu mente.

Escribir desinhibe. Libera. Serena. Porque desnudas tus pensamientos más íntimos, sean sencillos o profundos, sean acerca de ti, de otros o de tu entorno. También te permite soltar eso que se va acumulando en tu corazón, que muchas veces pesa y que no deja casi espacio para entrar y organizar la casa mental.


Los pensamientos sobre lo visto y lo vivido no deben volverse una carga pesada para la memoria sino servir como fuente de información y de disfrute cuando el presente nos permita mirar hacia atrás. 

Y que mejor forma que dejarlos plasmados en un escrito?