lunes, 16 de febrero de 2015

La incomparable fuerza de la alegría

Pensamos que debemos estar alegres cuando algo bueno nos pasa y que la alegría va de la mano de acontecimientos y logros alcanzados. Con el tiempo y el cúmulo de experiencia adquirida nos damos cuenta que la alegría es mas  un estado de gozo susceptible de cultivar y desarrollar.
La alegría debe ser el primer alimento del alma al despertar y se debe tratar de conservar el mayor tiempo posible.

Hay dos tipos de alegría: la interior que es ese estado de agradecimiento por lo que se tiene o se ha logrado y está ligada a la confianza de ser parte importante de un engranaje que no se detiene. La segunda es la espontanea que es una reacción feliz a cosas que suceden  y está ligada a momentos o instantes que marcan una explosión de gozo.

La forma en que se experimenta la alegría depende en gran parte de la etapa de la vida que transitamos.

- Los niños tienen una alegría innata ligada al asombro constante al descubrir lo nuevo ¡y para ellos todo es nuevo!

- Los adolescentes tienen menos instantes de asombro y ahora sus alegrías están determinadas también por la búsqueda y contacto de almas gemelas y por lo que se comparte con otros.

- Los adultos hacen de los logros profesionales y económicos su principal fuente de motivación y por eso la mayoría de las veces los momentos de alegría son mas espaciados. Entre el trasegar diario, las responsabilidades por los que dependen de ellos y las cargas propias de la edad productiva, la consecución de logros se vuelve una meta y en esa carrera olvidan disfrutar  la carrera en sí.

- En la vejez, cuando ya hemos acomodados varios golpes -pérdida de personas, de facultades, de independencia física o económica- la vida se muestra mas serena y la alegría solo nos visita dependiendo de como enfrentamos todo el panorama de limitaciones que tenemos por delante.

En todas las etapas hay herramientas que podemos usar para procurarnos a diario momentos de alegría: el juego, los amigos, la lectura, la música, el cine, las artes, el baile, la meditación... El uso de estas herramientas está  ligado a la curiosidad y al interés por aprender y disfrutar nuevas cosas.

 Nuestra alegría también descansa en la alegría de otras personas: dándole alegrías a otros logramos también estar alegres.
 Y la alegría es el principal ingrediente de la felicidad.



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