sábado, 12 de marzo de 2016

El escondido encanto de leer recuerdos...

Que raro se siente cuando leemos nuevamente lo que años atrás escribimos y descubrimos que nuestro modo de ver las cosas ha cambiado y que ese mensaje ya no es el que te llega completamente aunque pueda llegarle a muchos más.

Confirmamos así que lo que nos mueve un día puede cambiar a través del tiempo: de forma imperceptible, con la interiorización de nuevos conocimientos, o de un tajo, con el acontecer de grandes sucesos, traumáticos o alegres.

Esto no significa que estuviéramos errados en lo que dijimos sino que se describió lo que nuestro corazón y nuestra mente vieron en ese momento de la vida. Es como si se hubiera tomado una fotografía de un paisaje mental o de una situación específica: la imagen de esa foto será siempre la misma aunque el paisaje cambie.



Mientras escribes tienes oportunidad de modificar muchas veces el borrador, de ajustarlo y convertir tu historia en una mejor o mas cercana a los cambios que van sucediendo. Una vez publicas solo queda abordar los nuevos enfoques en nuevos escritos.

Y cuanta emoción cuando cada palabra escrita en el pasado es exactamente el reflejo de lo que se piensa, desea y quiere ahora! 

Escribir nos muestra el poder del pensamiento para, a través de las palabras, sacar lo que se tiene adentro. De la mente. Del alma. Del corazón...

Escribir te da poder sobre ti mismo, porque logras organizar todo lo que recogen tus sentidos, todas las impresiones que te formas sobre los acontecimientos diarios, tus emociones, tus gustos y tus deseos. Y entonces lo exteriorizas para compartirlo con otros o simplemente para ir colocando en archivos escritos lo que normalmente archivas solo en tu mente.

Escribir desinhibe. Libera. Serena. Porque desnudas tus pensamientos más íntimos, sean sencillos o profundos, sean acerca de ti, de otros o de tu entorno. También te permite soltar eso que se va acumulando en tu corazón, que muchas veces pesa y que no deja casi espacio para entrar y organizar la casa mental.


Los pensamientos sobre lo visto y lo vivido no deben volverse una carga pesada para la memoria sino servir como fuente de información y de disfrute cuando el presente nos permita mirar hacia atrás. 

Y que mejor forma que dejarlos plasmados en un escrito?


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