Me gusta conocer las historias que tienen las personas para contar, de si mismas y de otros. Me río y me asombro con cada una de ellas, me pongo en su lugar y las entiendo. Historias reales de personas reales, sean famosas o desconocidas.
Cada historia es como un atisbo de lo que tienen en el alma. Por eso me quedo quieta y callada cuando la gente cuenta sus historias... Es como un trueque: ellos me entregan lo que tienen cuando hablan o escriben y yo recojo y disfruto mientras los escucho o leo.
Cuando estoy en un sitio lleno de personas siempre estoy observando como ellas interactúan, como reaccionan y como se expresan. Me alegro cuando los veo alegres, me apeno cuando los veo tristes y me espanta cuando los veo rabiosos. Y me gusta imaginar las historias que cada uno de ellos tiene para contar.
Me encanta cruzarme con personas que sonríen, canturrean o se embelesan con lo que ven y trato de imaginar lo rodeadas de armonía que deben estar sus vidas. Y entonces pienso que esas personas tan alegres y apasionadas deben generar las historias mas interesantes.
Toda persona reúne un bagaje de experiencias de trabajo, de hogar, de amigos, de episodios mágicos, de tristezas, de descubrimientos, de engaños y deslealtades propias y ajenas y mas. Cada experiencia es solo un retazo de su vida y cada uno de ellos va unido a los otros con un hilo que se llama "historia".
Escuchar esas historias, asombrarme con ellas y disfrutarlas es como hacer parte, por instantes, de otras vidas, y me convierte en amiga y testigo del verdadero ser detrás de ellas. Darles importancia y valor es una forma de reconocer que las personas son valiosas por si mismas, independientemente de si son interesantes o aburridas, famosas o anónimas.
Pienso que los narradores de historias nacen, no se hacen, y desde jóvenes cuentan en forma entretenida sus vivencias y las de los que le rodean.
Nunca he sido una contadora de historias, tal vez porque no tengo aún la suficiente edad (para haber acumulado muchas experiencias interesantes) o porque el ahora todavía llena mi vida. Esto en cuanto a historias mías, de tiempo atrás. Hablo poco sobre mi; solo cuento a donde cené, lo nuevo que aprendí, la llamada que me alegró, lo que vi en una vidriera o en una casa y me gustó...
Tampoco hablo mucho de mis padres, solo uno que otro comentario sobre lo que les gustaba. Pero guardo, con cierto grado de nostalgia y alegría, las historias que ellos me contaban...
Creo que las historias que cada uno tiene en su memoria merecen ser sacadas a la luz y compartirse. Sé que algún día yo también me convertiré en una contadora de historias, sino orales por lo menos escritas...
Cuando estoy en un sitio lleno de personas siempre estoy observando como ellas interactúan, como reaccionan y como se expresan. Me alegro cuando los veo alegres, me apeno cuando los veo tristes y me espanta cuando los veo rabiosos. Y me gusta imaginar las historias que cada uno de ellos tiene para contar.
Me encanta cruzarme con personas que sonríen, canturrean o se embelesan con lo que ven y trato de imaginar lo rodeadas de armonía que deben estar sus vidas. Y entonces pienso que esas personas tan alegres y apasionadas deben generar las historias mas interesantes.
Toda persona reúne un bagaje de experiencias de trabajo, de hogar, de amigos, de episodios mágicos, de tristezas, de descubrimientos, de engaños y deslealtades propias y ajenas y mas. Cada experiencia es solo un retazo de su vida y cada uno de ellos va unido a los otros con un hilo que se llama "historia".
Escuchar esas historias, asombrarme con ellas y disfrutarlas es como hacer parte, por instantes, de otras vidas, y me convierte en amiga y testigo del verdadero ser detrás de ellas. Darles importancia y valor es una forma de reconocer que las personas son valiosas por si mismas, independientemente de si son interesantes o aburridas, famosas o anónimas.
Pienso que los narradores de historias nacen, no se hacen, y desde jóvenes cuentan en forma entretenida sus vivencias y las de los que le rodean.
Nunca he sido una contadora de historias, tal vez porque no tengo aún la suficiente edad (para haber acumulado muchas experiencias interesantes) o porque el ahora todavía llena mi vida. Esto en cuanto a historias mías, de tiempo atrás. Hablo poco sobre mi; solo cuento a donde cené, lo nuevo que aprendí, la llamada que me alegró, lo que vi en una vidriera o en una casa y me gustó...
Tampoco hablo mucho de mis padres, solo uno que otro comentario sobre lo que les gustaba. Pero guardo, con cierto grado de nostalgia y alegría, las historias que ellos me contaban...
Creo que las historias que cada uno tiene en su memoria merecen ser sacadas a la luz y compartirse. Sé que algún día yo también me convertiré en una contadora de historias, sino orales por lo menos escritas...