domingo, 16 de septiembre de 2012

Pública, privada y secreta!

Como bien sabemos, todos tenemos estas tres vida: La pública que conocen todos, la privada conocida por el círculo familiar y de amigos y la secreta que solo conoces tú. 

De tu vida secreta, a veces, algunas personas muy sagaces alcanzan a vislumbrar ciertos destellos, que nunca pueden ser confirmados del todo sin tu consentimiento. Porque para formar parte de ella hay que ser un amigo muy especial, un cómplice o un hombro donde se pueden colgar culpas y penas, pecados y arrepentimientos. 

Hacer parte de la vida secreta de otros se me ocurre que debe ocupar un espacio muy grande en tu vida y además ser una carga pesada. No es fácil mantener cerrados la comunicación y  el corazón a otros, guardando secretos ajenos; medir lo que se dice y hace para no incurrir en deslices que puedan insinuar algo de esa vida oculta que no es la tuya.

La vida secreta tampoco debe convertirse en una carga para uno mismo: solo estar en un lugar al que no llegue todo el mundo. Porque, muy a menudo, lo que está al alcance de muchas manos se ensucia o se deteriora y poco a poco va perdiendo su valor...

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